LA ALTURA

Desde temprano en la historia del mundo, el hombre buscó elevarse. La torre de Babel es una demostración de ello: “Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre«( Génesis 11:4). Siempre más arriba, tal es la divisa de la humanidad. Cualquiera sea la elevación que Dios permita al hombre, ésta será abatida en el día del juicio. “Tú…que dices en tu corazón : ¿Quién me derribará a tierra? Si te remontases como águila, y aunque entre estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré dice el Señor” (Abdías 3:4). “La altivez del hombre será abatida y la soberbia de los hombres será humillada; y sólo el Señor  será exaltado en aquel día”  (Isaías 2:17)

A la inversa del camino seguido por el hombre, el del amor divino de Jesucristo pasó por la humillación para terminar en la gloria. Y ¡maravilla de la gracia!  Aquellos por quienes el soportó las angustias de la muerte le estarán asociados en la eterna gloria. El maravilloso amor de Jesús preparó para sus redimidos un lugar cerca de El en la casa del Padre. Los pecadores, culpables y miserables como éramos todos, tienen acceso por gracia a la gloriosa posición de hijos y  de herederos en el reino eterno. A tales alturas el amor divino quiere elevar los objetos de la gracia.

Esta porción puede ser la suya si su corazón recibe ese gran amor que se le brinda. Pero, considere también cuán grande es la culpabilidad de aquel que menosprecia un tan excelso don al rehusar la gracia de Dios y el amor del Salvador.

 

FUENTE: REVISTA ANTORCHA – Iglesia Evangélica Maranatha

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Olga de Pedernera
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