Después de la austeridad del invierno, la primavera asoma con sus augurios de abundancia. Quedan atrás los días de descanso de la tierra, los árboles desnudos, el tiempo de poda y el humo anunciando los hogares encendidos en cada casa, muy evidente en las zonas rurales.

Días cortos y noches largas; la oscuridad es fértil para los procesos de gestación que se harán visibles en la última estación del año. Señales de la naturaleza muy simbólicas de los ciclos de renovación espiritual que necesitan silencio, soledad, quietud y poda. Solo así percibimos lo que Dios está haciendo en nuestras vidas.

Leemos en Isaías 43.19: “¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados…

Para ilustrar, el concepto de “senderismo” tan actual vale como ejemplo. Es una caminata siguiendo un itinerario determinado en el medio natural,  recorriendo  senderos, caminos rurales y vías verdes.

De modo coordinado, se aprende a desplazarse en distintos tipos de terrenos, apreciando lo que no conocíamos. Los desafíos propuestos de acuerdo a los grupos etarios, favorecen a la salud integral, fundamentalmente por la calidad  de la oxigenación liberadora de tensiones que afectan física, emocional y mentalmente.

Observación, concentración, introspección, silencio en movimiento: es una actitud de oración  práctica y  una  profunda analogía con las sendas que debemos volver a transitar interiormente hacia el encuentro de la paz espiritual en la comunión con Dios, con los demás, y con nosotros mismos.

Así dice el Señor: “Deténganse  en los caminos y miren; pregunten por las senderos antiguos,  pregunten por el buen camino, y no se aparten de él. Así hallarán el descanso anhelado. Mas dijeron. No andaremos.”  (Jeremías 6:16)

No basta ver el buen camino, ni siquiera reconocer que es bueno. Tenemos que entrar en él, recorrerlo y hacerlo nuestro estilo de vida.

En esta primavera el Señor nos prepara  senderos ornamentados con árboles en ciernes y  trinos de pájaros, por lo que vamos a decir fervientemente: “Sí, andaremos”

¡Ebenezer, queridos lectores! ¡Detengámonos, miremos, preguntemos  y perseveremos en el Buen Camino!

Acerca del Autor

Olga de Pedernera
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