“Por eso ustedes deben estar preparados, porque el hijo del  hombre vendrá cuando menos lo esperen”  (Mateo 24:44)

 

Concluir un año, cerrar un ciclo, abrir otro. Los tiempos se aceleran en las últimas semanas cargadas de acontecimientos significativos muy ligados a nuestros sentimientos.

Mirar atrás. Volver a andar el camino, sorprendiéndonos de todo lo  que pudimos hacer con la ayuda de Dios. Logros sí, también postergaciones, proyectos frustrados, cambios de rumbo.

Decisiones claras, radicales, después de largos procesos silenciosos y solitarios. Crecimiento, abandono de las comodidades para aceptar nuevos desafíos. Eso exige guía del Espíritu Santo y mucha disciplina en nuestras vidas.

De ahí surge y sigue viva esa llama para continuar avanzando y profundizando en el deleite existencial que es la vida con Cristo. La única posible. 

“Yo soy la Vida” dice nuestro amado Jesús, el que nace en el pesebre; llamándonos al abandono de los innecesarios derroches mundanos que producen el pecado del que Él nos redime con su vida, muerte y resurrección.

Tiempo de soltar cargas de oscuridad. Confesión y arrepentimiento, ¡el paso a la nueva vida como hijo de Dios! Vivir con gozo, con contentamiento independientemente de las circunstancias.nTan distinto a lo efímero de la felicidad que el mundo propone.

Este año como congregación realizamos muchas actividades de estudio y oración, evangelísticas, recreativas, campamentos, reuniones por grupos y generales, etc. Una Iglesia en marcha, vibrante de confraternidad intergeneracional y abierta a recibir a todos aquellos que llegan con hambre de Cristo.

¡Somos llamados a ser todos evangelistas, acercar al de corazón dolido que clama por el amor del Pastor! Así hemos estado todos alguna vez, extraviados. No lo olvidemos, ¡somos salvos por  Gracia!

 

“Oh profundo amor de Cristo,

Vasto, inmerecido don”

Cantemos las estrofas de este precioso himno mientras renovamos nuestro propósito para el próximo año y hasta que el Señor venga:   que las almas perdidas se rindan a los pies del Señor.

“¡Miren que vengo pronto!” (Apocalipsis 22:12)

Este pensamiento semilla quedó exquisitamente claro en la Obra “JESÚS, EL MUSICAL”, realizada por una gran cantidad de hermanos de todas las edades de nuestra congregación. Gracias a las dos presentaciones que se llevaron a cabo (una en el templo y otra en una plaza), pudimos disfrutar de la Iglesia en el barrio, en la ciudad y en la calle. La sensibilidad artística de la puesta en escena y la digna reverencia a la majestuosidad de los eventos de la vida de Jesús, se convirtieron en un llamado a viva voz para recibir al Salvador en el corazón. ¡Aquel que pronto viene! ¡Que Su palabra sobreabunde en los frutos manifestados! ¡Amén!

¡¡¡Recibamos la lluvia de bendiciones en fraterno abrazo, con renovado compromiso y prosiguiendo a la meta en esta Navidad y en 2024!!!

idad y en 2024!!!

Acerca del Autor

Olga de Pedernera
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