“Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón”  Mateo 6:21

 El Día del Maestro en Argentina es el 11 de septiembre, finalizando el invierno. La naturaleza  anticipa los aromas, sonidos y colores de la primavera en ciernes, época de sembrar y plantar. Hoy, en nuestro  lugarcito  familiar en el valle,  transplantamos un limonero y dos nogales; tiempo de renovar para que siempre haya frutos.

Esta labor es semejante a la del maestro sembrando y plantando con sus enseñanzas los venideros frutos en los corazones de los alumnos.

Los  que educan en espacios seculares formales y no formales favoreciendo el desarrollo de las mentes, moldeando el pensamiento hacia el bien, con conciencia y juicio crítico; son personas que ejercen el  oficio de formar a otras personas, respetando las individualidades e instruyendo en  la necesidad de una interacción social pacífica con necesidades básicas satisfechas, siempre aspirando   a aprender más.

Los buenos maestros tienen una metodología, mientras que los maestros extraordinarios suman la sensibilidad para hablar  a los corazones de los alumnos. En ese rango se ubican  los maestros cristianos que  enseñan  e inscriben en la vida de sus discípulos la Palabra de Dios en las distintas etapas, ejerciendo el alto oficio durante toda la vida.

 “Sobre toda cosa guardada. Guarda tu corazón, porque determina el rumbo de tu vida” Prov. 4:23

 Ellos especialmente me inspiran en  esta reflexión, con un profundo sentir. El oficio del maestro es el tercer llamado más enaltecido, ungido sobrenaturalmente para enseñar la Palabra de Dios. ( 1ª Cor. 12:28)

El primer lugar de enseñanza es el hogar donde los padres son los maestros en la iglesia doméstica:

Y estas palabras que yo te mando hoy,  estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu su casa y andando en el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” Deut. 6:6-7

Todo  Maestro del Bien obra con  el discernimiento, que permite entender qué viene de Dios y qué no, con el fin de cumplir su Voluntad. El Espíritu nos inspira amor y nos otorga una visión plena.

 

El entendimiento nos concede escrutar la Palabra de Dios y entender las Verdades que nos revela a través de la vida de cada uno. Nos ayuda a ver lo que Dios quiere decir o mostrar.

 

“Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová y me serán por pueblo, , y yo les seré por Dios, porque se volverán a mí de todo corazón”   Jer. 24:7 

 

El conocimiento, nos otorga no un conocimiento terrenal, sino el conocimiento íntimo del pensamiento de Dios, que ve hasta lo profundo de nuestros corazones

 

 La compasión, apertura total a la Voluntad de Dios que nos inspira a actuar como Jesucristo, dando la vida si es preciso. Es poner a Dios en el centro de la vida y entregarse.

 

La fortaleza, nos ayuda a superar las dificultades y tentaciones en confianza total en nuestro Padre. Hace firme la fe y no deja atemorizar al cristiano ante las amenazas y presiones del enemigo.

 

El temor de Dios, conocer que Ël es el Sumo Bien y que fuera de  su Voluntad sólo se encuentra amargura y perdición. Hacer lo posible para vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios, de modo tal que el  fruto del Espíritu Santo se perfeccione en  nosotros como primicia de la Gloria Eterna. ( Gal 5: 22-23)

 

El don de la enseñanza: Rom. 12:6-7, 1 Cor. 12:28. Ef. 4:11-13, nos permite ejercer un servicio único en el hogar, la congregación y en cualquier lugar de este mundo donde el Señor nos lleve para extender Su Palabra.  

Simultáneamente, tal vez   podamos favorecer  los procesos de enseñanza-aprendizaje de lecto-escritura, tan necesarios para la comprensión y a veces insuficientes por las complejas realidades sociales y familiares, agravadas a diario como emergentes de un mundo caído.

 

Hermanos, digamos GRACIAS a todos los maestros seculares que nos enseñaron con dedicación y una mención especialísima  a los MAESTROS DE LA PALABRA, hombres y mujeres que dedicaron y dedican sus vidas en favor de la formación y crecimiento de sus discípulos, aquí cerca nuestro y en todos los confines de la tierra.

 

Enséñanos a entender la brevedad de la vida para que crezcamos en sabiduría.” Salmo 90:12

 

¡FELIZ Y BENDECIDO DÍA DEL MAESTRO!

Acerca del Autor

Olga de Pedernera
+ posts