El texto se escribe solo, la realidad lo sustenta. En las  últimas semanas hemos gozado especialmente de la comunión congregacional: bautismo, encuentro misionero, almuerzo, picnic y cierre de actividades de los distintos grupos. Fiesta espiritual, milagroso corolario en  un año  de inciertas circunstancias.

Aprendemos  a desapegarnos de costumbres y festejos mundanos en Navidad. La pandemia  mostró la caducidad de la arrogancia humana, su finitud y fragilidad. Ya es hora de vivir elevándonos  espiritualmente que es la única manera plena.

Registro dos acontecimientos del tiempo navideño en nuestra amada iglesia. Dos encuentros, dos auditorios, dos personas enseñando desde un mismo enfoque. El de la Verdad, el Espíritu habla.

Por un lado, tuve la oportunidad de compartir la reflexión en una reunión casera con mujeres, en el hogar de fieles hermanos. Evangelización: el llamado urgente. El regreso a la intimidad de grupos pequeños, necesitados y atentos a escuchar la Palabra de un modo sencillo; enseñando como lo hacía Jesús. Es realmente un llamamiento imperioso a los cristianos.

Por otro  lado, el mensaje entregado el domingo último pasado por un hermano misionero a toda la Iglesia: “La cuna y la cruz están unidas”

En consonancia y  parafraseando ideas, esbozo el camino que nos lleva  a una Navidad con sentido.

Para recordar…

Tres nombres, conceptualizados en tres tiempos:

  • Mateo 1:21 “Y dará luz a un hijo y llamarás su nombre JESUS, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”

 JESUS: Cronos, el tiempo  calendario. El nacimiento, inicio y desarrollo  de su vida terrenal

  • Mateo 1:23 “He aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre EMANUEL, que traducido es : Dios con nosotros.

EMANUEL: Kairós, el tiempo oportuno de Dios con nosotros.  El aquí y ahora del estado contemplativo, en el que el Señor irrumpe y nos acompaña para proseguir a la meta junto a Él.

  • Lucas 2:11 “…que nos ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador , que es CRISTO el Señor”

CRISTO: El Ungido, el Mesías. Aion, el no tiempo, sin principio ni fin: La Vida Eterna.

No dejemos a Jesús en el pesebre, alabemos por lo que Él hizo en nuestras vidas  y salgamos a proclamar las buenas nuevas  para todo que hombre sobre la tierra conozca a Su Salvador!

Seamos mensajeros, siervos fieles, sencillos, despojados de la vanidad del mundo y disfrutando  la paz  de Dios que sobrepasa todo entendimiento.

Nacimiento, muerte y resurrección. Alfa y Omega, tiempo de adorar  en el niño  al Cristo resucitado. Silencio, oración y anunciación de  las buenas nuevas; confesar, perdonar, preparar el corazón para el tiempo venidero y la verdadera vida en el cielo.

Hagamos ayuno del mundo, sus distracciones, exigencias y malestares. Navidad esencial, clamando para que el Señor muestre cómo seguir a la meta, personalmente y como Pueblo de Dios. El Señor dice: “Ven a mí “, y nosotros decimos “ Señor, ven!”

Busquen al SEÑOR mientras puedan encontrarlo, llámenlo ahora que está cerca”  Isaías 55:6

Maranatha! Feliz Navidad, queridos lectores!

Acerca del Autor

Olga de Pedernera
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