“Me mostró un río limpio, de agua viva. Era claro como el cristal  y salía del trono de Dios y del Cordero.” Apocalipsis 22:1

Yo he nacido para dar, y siempre crezco. Soy un río, soy agua viva.

Nací en las altas montañas, de limpísima nieve que en primavera se derrite y produce las pequeñas corrientes, arroyos y ríos que forman mi caudaloso lecho.

Mi lecho es mi cuerpo, mi corriente mis pies, mis ojos, mis manos y mi boca. Siempre estoy viajando de las altas montañas a los tranquilos valles, a los áridos desiertos y selvas, hasta llegar al mar. Viajo, me doy, pero mi caudal no merma, al contrario, aumenta día tras día.

Dar, tal es la misión de mi vida. Doy en mi calidad de arroyo, de fuente subterránea, de cascada, de río ancho y profundo. Doy agua a las florecitas que adornan el paisaje y a los frondosos árboles; le doy a los insectos y a los grandes mamíferos, y proporciono medio de vida a los millares y millares de peces que  moran en mí y danzan en el cristal de mis aguas.

Yo doy alegría a los niños, aventuras a los jóvenes y paz a los ancianos que viven hundidos en sus recuerdos. Doy agua limpia a las mujeres que acuden a mí para lavar su ropa. Mientras les sirvo, canto a sus plantas y beso sus dedos firmes como el acero. 

Doy agua  a los canales de riego que fecundan los campos de cultivo, y trato de aplacar la sed que parte los labios del desierto. En mí navegan los barcos cargados de tesoros y hasta los troncos que viajan hacia su destino. Doy mi fuerza para mover molinos y producir fuerza y luz para sus pueblos.

Doy mi caudal para formar presas, enriquecer los campos y aplacar la sed.Y, lo repito, al dar y ser de bendición, aumento mi caudal. Mi hermano, el lago, es flojo, no se mueve, da pero sólo a los que se le acercan, a los que le rodean y le besan.

El lago no va como yo voy, no da con generosidad. Por eso permanece quieto, no crece como crezco yo. Mi hermano el mar es avaro, es grande pero salado. En su fondo hay riquezas que es necesario quitarle con esfuerzos titánicos. No da con generosidad el mar.Yo soy agua viva, corriente cristalina; doy canto al dar, aumento al dar, soy bendición.

De mí dice bellezas la Santa Escritura. Entre ellas: “Del corazón del que cree en mí brotarán ríos de agua viva” (Juan 7:38) “Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río” (Salmo 1:3) “En el Edén nacía un río que regaba el jardín”.(Génesis 2:10) …Salto de gozo al oír que, allá en Egipto, ayudé a una madre a proteger a su hijo que estaba sentenciado a muerte. (Génesis 2:1-10)

  (Extraído de “La Biblia en América Latina)

Acerca del Autor

Olga de Pedernera
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