Comenzó el invierno. El día es frío y nublado. Me agrada esta época del año. Nos abrigamos y buscamos el calor del hogar. La naturaleza desnuda está en calma, con la quietud necesaria en el proceso de renuevo.
Lo mismo sucede con nosotros. Este invierno es estacional y existencial por el aislamiento que vivimos. Diariamente adaptamos el uso del tiempo; procastinamos sintiendo que las horas pasan vacías o capitalizamos cumpliendo los deberes necesarios para vivir sustentablemente y a la vez fortaleciendo las raíces profundas, hasta que volvamos a la que hoy se da en llamar “la nueva normalidad”.
Cada día es un milagro. Una página en blanco en la que podemos inscribir huellas tal vez pequeñas, esforzadas, pero nunca inciertas. Nuestro andar se torna simple cuando mantenemos la mirada hacia arriba, conocemos la meta y confiamos en las promesas de Nuestro Señor. Eso evita la contaminación mental y emocional que se impone cuando bajamos la mirada, donde no hay respuesta clara ni convincente.
Redimiendo el tiempo, ejerciendo mayordomía según tenemos por mandato; leyendo, revisando mensajes viene a mí una reflexión sobre un versículo de la Carta a los Romanos que muchas veces cito, porque es un pasaje clave para comprender el cambio de vida de un cristiano, su educación y ética..
Ante la paranoia del mundo que infunde miedo, el Apóstol (Romanos. 12:2) nos exhorta a la METANOIA (vocablo griego que significa “transformación espiritual”), la transformación de la mente y el corazón del creyente a partir de la conversión conforme lo que debemos vivir los hijos de Dios, siendo libres (Juan 8:31-32); ajenos a las pasiones mundanas, resistiendo los engaños, fieles a la sana doctrina, creciendo en santidad conforme al carácter de Cristo. Aquí, al igual que en Juan 15, “permanecer” es la actitud necesaria.
Esa transformación del entendimiento, hoy deviene en una cuestión apremiante. Resignificar mensajes o estudios de otro tiempo, cobra una importancia fundamental. Segundas lecturas, nuevas ópticas, madurez: la Palabra siempre es el renuevo.
La vida después de la conversión nos urge a beber de la fuente de agua viva, y con el tiempo observamos cómo esos eslabones de bosquejos de enseñanza- aprendizaje, notas al margen, recuerdos; según el tiempo interno y el contexto, cobran sentido en un momento que no elegimos nosotros, el Señor nos lo muestra. Esto requiere trabajo, permanencia, obediencia; y a la vez nos da libertad.
Debemos estar despiertos, conscientes, para no ceder a los embates sutiles del enemigo en formas variadas, con apariencia inocente, promesas y soluciones mágicas ante el abismo que devora al ser humano, resultado de un paradigma que fomenta el apego, enmascarando el miedo a perder el control.
Anclando siempre en las Sagradas Escrituras, consideremos la ilustración de la señal del almendro.
Jeremías 1:11-12
“La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro
Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.”
El árbol” sin sueño”, despierta del descanso invernal antes que los demás árboles y florece. Símbolo del juicio inicial de Dios como Jeremías lo anunció (605-586 a. C.) El que florece al final del invierno. El anticipador. Anuncia la primavera. Vela. Vigila. Está despierto. Madruga.
Estamos viendo la vara de almendro? El Señor apresura su palabra, para ponerla en obra.
El que se cubre de flores en días helados como el de hoy, y con su copa blanca nos recuerda las honrosas canas de la vejez y la importancia de saber que vamos a la casa del padre donde hay muchas moradas para sus hijos. (Eclesiastés 12:1 y 5).
Sin importar la edad que tengamos, miremos a la luz de la Palabra la foto de la realidad actual y mantengamos la visión de Jeremías sin olvidar los consejos de Salomón!
Hoy, el Señor nos pregunta lo mismo que al profeta, ¿Qué ves tú?
En nuestra morada familiar en el campo hay un almendro que plantó mi padre. Cada invierno me ha mantenido despierta, este año tal vez no pueda verlo. La enseñanza que me dejó asoma en estos pensamientos de cuarentena!
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