En cierta oportunidad, estando de vacaciones junto al mar, tuve la ocasión de observar un concurso de armado de castillos de arena. Era asombrosa la destreza y habilidad de los participantes, quienes realizaron verdaderas obras de arte.

A la mañana siguiente al estar paseando por el mismo lugar, vi como aquellos castillos de arena que el día anterior lucían muy bien ahora, arrastrados por las olas, solo quedaban vagos vestigios de su existencia.

Muchos hombres y mujeres son como esos castillos. Por un tiempo están en la cúspide de la fama, pareciera que nada ni nadie les va a mover de esa situación privilegiada. Pero, pasan los años y muchos de ellos, como aquellos castillos de arena se derrumban estrepitosamente.

Son Héroes de arena. A poco que arrecien los vientos en contra, no tienen fundamentos sólidos y sucumben.

Para no sucumbir como aquellos castillos de arena, el Señor Jesucristo nos exhorta a permanecer en él, y él en nosotros…porque separados del Señor nada podemos hacer, eso significa edificar nuestra vida en la ROCA.

Y ésta es la promesa que tenemos si nuestra vida está fundada y protegida por Dios: nunca se va a derrumbar.

“Cualquiera , pues, que me oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la ROCA. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la ROCA.”

(San Mateo 7:24-25/ Palabra de Dios)

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