La amistad verdadera es un tesoro en la vida de cualquier persona. Un buen amigo es alguien en quien se puede confiar, alguien que está a nuestro lado tanto en los momentos de alegría como en los momentos difíciles. Dios trae buenos amigos a nuestra vida para que nos sean de bendición, para que nos inspiren y nos ayuden en nuestro caminar con él.
Tener amigos verdaderos es una bendición pues estas personas enriquecen nuestras vidas, tal como lo afirma Proverbios 17:17: “En todo tiempo ama el amigo” y permanecen con nosotros firmes en los momentos buenos y sobre todo en los malos.
Algunos de nosotros también hemos experimentado, que un amigo llega a ser: “… más fiel que un hermano” (Proverbios 18:24). También la Palabra de Dios registra increíbles amistades como las de David y Jonatán (1 Samuel 18:1).
Si la amistad a nivel humano puede llegar a ser algo extraordinario, ¿qué podremos decir de la amistad con Dios? Es la más asombrosa bendición tener al Creador y Sustentador del Universo como amigo. A pesar de ser adorado por las más bellas criaturas imaginables, Él se goza mucho en su relación con nosotros (Salmos 99:1).
El mayor ejemplo de amistad es Jesús, que dio su vida por nosotros para salvarnos de la separación eterna de Dios. Aprendamos a ser buenos amigos siguiendo su ejemplo de amor genuino e incondicional.
¿entendemos la magnitud del privilegio de andar con Dios? ¿Valoramos el hecho de que Dios sea nuestro amigo? (Santiago 2:23). Si lo entiendes díselo cada día, aprende más de Él por medio de su Palabra y síguelo como tu Señor y Salvador.
Cuando pasas tiempo con Dios, inviertes en una amistad que durará para siempre. Una amistad INFINITA
“Ya no los llamo más siervos porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Pero los he llamado amigos porque les he dado a conocer todas las cosas que oí de mi Padre” (Juan 15:15)