DE UN TIEMPO A ESTA PARTE LOS DIFERENTES MEDIOS DE COMUNICACIÓN NOS ADVIERTEN SOBRE EL PELIGRO DE ESTE TERRIBLE FLAGELO:
“EL DENGUE”. UNA ENFERMEDAD QUE TRAE SERIOS TRASTORNOS.
Pudiendo incluso ocasionar la muerte del individuo afectado. La simple picadura de un mosquito (de la hembra, llamada Aede Egyptus) ocasiona tan tremendo daño.
Es realmente notable que el hombre con todo el poderío que le brinda sus conocimientos, las ciencias y la tecnología más avanzada, pueda perecer por la picadura de un pequeñísimo insecto.
La eterna e infalible Palabra de Dios, la Biblia, nos previene acerca del peligro de sucumbir espiritualmente por pequeñas cosas. En este sentido la amonestación divina nos dice: “Cazadnos zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; porque nuestras viñas están en cierne.” (CT. 2:15)
Amados lectores, son las pequeñas cosas, a las que generalmente no le damos importancia, las que arruinan nuestras vidas espirituales: una mentira piadosa, ver un poquito de algo no conveniente, una cortísima salida con malas compañías, una pequeña conversación chismosa, una mirada, una palabra, un pensamiento…
Estas pequeñas y aparentemente inofensivas actitudes, irán mellando, socavando nuestras vidas espirituales en ciernes (en flor, en crecimiento), hasta el punto de hacernos sucumbir.
El Predicador, en referencia al concepto que estamos considerando, dice; “las moscas muertas hacen heder y dar mal olor el perfume del perfumista” (Ecl 10:1)
Las cosas que no glorifican a Dios, por insignificantes que sean, son muertas y al meterse en nuestras vidas hacen heder y dar mal olor al perfume que naturalmente tendríamos que despedir: “el grato olor a Cristo” (2da Cor. 2:14-15)4
Pablo, apóstol de Jesucristo, nos advierte de este peligro siempre latente, de la siguiente manera: “un poco de levadura leuda toda la masa.” (Gal. 5:9) Sólo un poco, y toda nuestra vida será afectada.
El diablo sabe muy bien de la eficacia de las pequeñas cosas, de tal manera que para derribar fortalezas espirituales se vale de un arma minúscula: “los dardos de fuego del maligno” (Ef 6:16)
Ante esta realidad, adoptemos una actitud decidida no dando lugar a las pequeñas cosas que producen el “dengue espiritual” minando nuestras fuerzas como cristianos.
Daniel y sus amigos obraron de ese modo: “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey…”(Dn 1:8) En este caso hubo una actitud voluntaria, firme y de corazón, que por nuestra buena salud espiritual deberíamos imitar.