Dios se ocupó desde el principio de proteger a la mujer, el problema fue siempre el pecado interponiéndose en las relaciones: la infidelidad, los celos, la envidia, la competencia, etc., que el hombre en su libre albedrío practica sin tener en cuenta las consecuencias. Por ello escuchamos y vemos tantos casos de femicidio últimamente.

Y aunque estas cosas están desde siempre en la humanidad, estuvo mucho más acentuada en una época donde la mujer tenía muy pocos derechos.  Dios siempre condenó el pecado, y había sanciones para su pueblo Israel (hombres y mujeres) cuando erraban al blanco. Pero había leyes por ejemplo, que protegían a la mujer en caso de ser acusada por el marido celoso y ella ser inocente.

Este relato está en libro de Números cap.5, allí el sacerdote hacía beber a la mujer de un vaso de barro unas aguas amargas que producían cambios en el cuerpo de aquella que realmente había sido infiel, pero si la mujer estaba limpia de ese pecado, es decir la acusación fuera falsa, la promesa era ser libre del mal y fecunda.

Otro caso de protección lo vemos en Num.27, allí se menciona que las hijas de Zelofejat, que eran de la descendencia de Manasés hijo de José, se presentaron delante de Moisés, el sacerdote Eleazar, los príncipes y toda la congregación  por un problema de herencia. Había muerto su padre y ellas no tenían hermanos varones que eran los que normalmente recibían la herencia, siguiendo el nombre del padre. Entonces  Moisés llevó la causa a Dios y Dios le respondió que debía traspasar la herencia de su padre a ellas. Y quedó la ley general que cuando alguno muriese sin hijos varones, traspasarían la herencia a su hija. Vemos como Dios se ocupa de los derechos materiales también.

En muchos pasajes vemos que lo que Dios busca son personas fieles, hombres o mujeres, pero a la vez considera nuestra sensibilidad o condición propia del sexo femenino que nos distingue y se acerca a nosotras con ternura.

Siempre me impactó pensar en la sierva egipcia de Sara, Agar, embarazada, habiendo huido porque su señora la afligía. Digamos también que cuando ella vio que había concebido miraba con desprecio a su señora. Pero Dios misericordioso se le aparece y la alienta en Gn.16:11 dice: “Dios ha oído tu aflicción”, y ella reconoce: “Tu eres Dios que ve” v.13.

Qué maravilloso es saber que Dios ve, escucha, sabe lo que nos pasa y se ocupa personalmente de cada una!

En el Nuevo Testamento vemos más claramente a Dios tomando nuestra naturaleza humana, en Jesucristo, acercándose a la mujer y mostrándole su comprensión en un montón de circunstancias.

La mujer samaritana, por ejemplo, a quien ningún judío se hubiese acercado a conversar, es sorprendida por la ternura de Jesús y después de una charla en la cual vuelve a mostrarse como el que “todo lo ve”, le ofrece el agua de vida para esa alma sedienta y perdida en sus pecados.

Qué decir de aquella viuda de Naín que iba en un cortejo fúnebre por su único hijo muerto. Vio su dolor y lágrimas e intervino en su vida de una manera maravillosa devolviéndole vivo a su hijo.

También resaltó, mientras estaba sentado mirando frente al arca de las ofrendas, la actitud de aquella viuda pobre, que había entregado apenas dos monedas, pero era todo su sustento, por lo tanto señaló que había entregado más que los ricos que aunque entregaban mucho, era de lo que les sobraba.  El Señor ve lo que nadie ve.

Siempre aceptó, consideró y mostró interés por las situaciones de todas las mujeres. Aquella mujer pecadora que arrepentida llora a sus pies y derrama su alabastro de perfume. El dueño de casa estaba espantado de que el Señor atendiese a una mujer así. Pero Jesús resaltó su actitud  de amor a Él y le dijo a la mujer que se fuera en paz y que sus pecados habían sido perdonados.

Hoy el Señor sigue mirando y viendo cada una de nuestras vidas, quiere intervenir en ellas para darnos paz y guiarnos para que podamos ser luces en un mundo en tinieblas. !Un abrazo virtual a todas, y feliz día de la mujer!

Acerca del Autor

Raquel Vázquez
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