“¡Me encantan los subibajas! Mi hermana y yo jugábamos durante horas en una vieja plancha de madera asegurada a una barra de metal en el campamento de la Iglesia al que asistíamos todos los veranos. Como yo era la mayor, era más pesada, así que tenía que sentarme un poco más hacia adentro, mientras que ella se sentaba justo en el borde. Y ya estábamos listas para empezar. Arriba y abajo, arriba y abajo, en esas tardes llenas de sol, entre los pinos del campamento bíblico del Glaciar. Pero disfrutábamos especialmente cuando encontrábamos el punto exacto de sincronización en el que ambas podíamos quedar suspendidas en el aire. Un momento puro, de exquisito equilibrio.”
Así comienza la autora Joanna Weaver uno de los capítulos de su libro titulado: “Cómo tener un corazón de María en un mundo de Marta”. A través de esta anécdota intenta mostrarnos cuán agradable resulta estar en equilibrio. ¡Y no solo sobre un subibaja! Sino tener equilibrio en cada ámbito de nuestras vidas.
Este libro, que se vale de la conocida historia del encuentro de Jesús con Marta y María en su hogar, nos lleva a reflexionar sobre cómo encontrar intimidad con Dios en medio de las ocupaciones de la vida. Nos insta a encontrar el equilibrio justo entre la adoración y el servicio, entre el amor a Dios y el amor al prójimo. Estos serían los dos extremos de nuestro subibaja. Y aunque el amor por Dios está primero, no es posible separar estos amores. Uno fluye del otro y vuelve. Eso es lo que significa vivir una vida equilibrada, una vida como la de Cristo.
Si queremos vivir una vida equilibrada, deberíamos seguir el ejemplo de nuestro Jesús, quien a pesar de tener una agenda llena de compromisos, siempre separaba un tiempo para estar a solas con su Padre, profundizando así su relación personal e íntima con Dios y fortaleciéndose para el servicio de amor que realizaba.
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” Lucas 10:27
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