Podemos creer el mito de que para ser padres exitosos tenemos que cumplir con una lista larga de cosas, ser más organizados, trabajar mucho más duro y, sobre todo, nunca cometer errores… pero en lugar de eso, debemos recordar que nuestra influencia tiene más que ver con nuestra relación con nuestros hijos, que con nuestra habilidad como padres.

Y aunque debemos tratar de mejorar nuestras habilidades como padres, la tarea más importante no es impresionar a nuestros hijos ni a los demás con nuestra habilidad para educarlos, sino más bien, impresionar a nuestros hijos con el amor y la naturaleza de Dios. Y esto es lo que iremos descubriendo en el libro “Los padres que tus hijos necesitan” de Reggie Joiner y Lucas Leys; cómo liderar a nuestros hijos para que se involucren en la historia de Dios para con ellos y para con otras personas.

El FACTOR NARANJA es un concepto que se repite a lo largo del libro. Sabemos que el color naranja se forma mezclando el color rojo con el amarillo. Y con este ejemplo tan simple, Reggie y Lucas intentan  transmitir un concepto que nos ayudará en la tarea como padres. Tanto la familia (simbolizada por el color rojo) como la iglesia (simbolizada por el color amarillo) son sistemas conformados por gente imperfecta, pero diseñados por Dios para contar Su historia al mundo. Ambas existen porque Dios desea usarlas para llevar a cabo su plan de redención y restauración. Y cuando se combinan y trabajan juntas, pueden provocar un impacto mayor que si trabajan solas. Cuando pensamos en naranja, aceptamos el desafio de sumar nuestra influencia como padres a una comunidad de fe, para producir un impacto mayor al que podríamos aportar por nosotros solos.

Por otro lado, Reggie y Lucas comparten CINCO VALORES FAMILIARES, basados en los consejos que le dio Moisés al pueblo hebreo en Deuteronomio 6. Ellos pueden orientar nuestro enfoque con respecto a la paternidad. Estos valores no son ni más ni menos que acciones intencionales para mejorar. Dejamos esos consejos brevemente expuestos aquí:

  • AMPLÍA EL CÍRCULO. Llegará un momento en que tus hijos buscarán otras voces aparte de ti. No lo tomes personal, es natural que sea así. Pero amplia el círculo de influencia buscando relaciones estratégicas para ellos. Sé intencional en buscar líderes espirituales y mentores para tus hijos, no solo para que les den buenos consejos sino para que los alienten a evangelizar a otros.
  • IMAGINA EL FINAL. Enfoca tus prioridades en lo que más importa. “Escucha, Israel: el señornuestro Dios es el único señor” (dt. 6:4) Moisés nos recuerda la centralidad de nuestra fe. Todo tiene que ver con Dios, y si no comenzamos con Él, podemos terminar en el lugar equivocado; lo mismo para nuestros hijos.
  • LUCHA POR EL CORAZÓN. Comunícate de un forma que le dé valor a la relación. Cuando peleas con alguien, la relación corre peligro. Cuando peleas por alguien, priorizas la relación. Lucha por el corazón de tu hijo, lucha por una relación personal saludable con él.
  • ESTABLECE UN RITMO. Aumenta la calidad de tiempo que pasan juntos. Utiliza cada momento del día con un propósito significativo. Incluir conversaciones morales y espirituales en nuestra familia no es lo que nos salga más naturalmente, pero deberíamos intentarlo para potenciar y aprovechar esos tiempos en familia.
  • HAZLO PERSONAL. Ponte en primer lugar en cuanto al crecimiento personal. Si solo estás tratando de inculcarles valores morales a tus hijos, pero no son una prioridad en tu vida personal, ellos eventualmente te van a descubrir. Cuando se trata del desarrollo moral y espiritual, tus hijos te observan con mirada de rayos láser. No se trata de que seas un modelo perfecto, sino un modelo honesto.

Moviliza a tu familia para demostrarle el amor de Dios a un mundo quebrantado. El amor de Dios por ti y por tu familia ha sido parte del plan de Dios desde el comienzo de la historia, ese amor te invita a unirte a una comunidad de fe más amplia y desatar tu rol y el de tus hijos en Su historia. Y ese amor es tu mejor esperanza para influenciar a tus hijos mucho más allá de las habilidades humanas y de las limitaciones que tenemos todos los padres.

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Edith Startari
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