Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado Juan 17:3

 

¡El año nuevo siempre es una fuente de emociones! “Tiempo, no vueles más…”, decía el poeta. Este es un deseo tan intenso como imposible… ¡Los años pasan inexorablemente, y nosotros con ellos!

Algunos textos de la Biblia nos lo recuerdan: “Mis días han sido más ligeros que un correo; huyeron, y no vieron el bien”. “Mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza” (Job 9:25; 7:6).

Nuestra vida tiene el tiempo medido, como dice la Biblia: “He aquí, diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti” (Salmo 39:5). Finalmente, ¿cuál será el balance de mi vida? Y, sobre todo, ¿qué apreciará Dios al respecto?

Por eso, hagamos una pausa: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12). Reflexionemos sobre esta oración de Moisés, sobre el sentido profundo de nuestra vida, y pensemos en la eternidad.

Aunque nuestra vida en la tierra es un regalo de parte de Dios, él nos ofrece infinitamente más: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). La vida eterna es dada a todo el que cree en el Hijo de Dios, quien vino a salvarnos de la perdición.

Desde hoy Dios, quien ama a todo ser humano, le invita a echar mano de la vida eterna.

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Editorial La Buena Semilla
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