«Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de Su Hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados. Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación» (Colosenses 1:13-15).
REFLEXIONA: Imagínate que alguien ha cometido el peor de los crímenes, está encarcelado y es obligado a ser torturado por el resto de su vida. La fianza es tan alta que no existe millonario que pueda cubrirla. Este hombre no tiene esperanza, nadie puede pagar su condena. Sin embargo, una mañana, el oficial de la cárcel le dice: «Puede salir, usted ha sido liberado porque alguien cubrió el costo de su fianza, todo está pagado». Mientras su corazón se regocija experimentando la extraña sensación de la libertad inmerecida, el hombre grita con asombro: «¿Quién fue? ¿Quién la pagó?».
En otro tiempo, el pecado era nuestro amo y nosotras sus fieles esclavas. Aun si hubiéramos querido, no podíamos escapar de su dominio y gobierno. Nuestros deseos y pasiones estaban esclavizadas, solo podíamos huir de Dios.
Necesitábamos a un Redentor que nos sacara de nuestra esclavitud y que pagara el precio de nuestra libertad. El precio era muy alto, era la muerte («Porque la paga del pecado es muerte…» Ro. 6:23a). Pero hubo Uno que dio su vida por nosotras; que, a pesar de nuestra maldad, se humilló hasta lo sumo y se entregó para pagar el precio de nuestra libertad. «…pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro» Romanos 6:23b.
RESPONDE: • ¿Vivo como una mujer perdonada por Dios o aún cargo la culpa de mis pecados? • ¿El pecado domina mi vida? • ¿Al final del día mis acciones reflejan si soy libre del pecado o si todavía soy esclava?
O R A : • Pídele a Dios que abra tus ojos a la realidad de Su sacrificio y que te muestre cuán alto precio pagó por tus pecados. • Dale gracias a Dios por pagar el precio de tu rescate.