Siempre imaginé a Juan el Bautista como un hombre grandote, barbudo, con una gran melena despeinada (parecido a Hagrid, el mítico personaje de Harry Potter) y vestido con un camperón de piel marrón.

Pero lo cierto es que Juan, era un hombre lleno de la presencia de Dios, a quien tanto la multitud como las autoridades de turno, le tenían mucho respeto.

Su responsabilidad fue anunciar la llegada del tan ansiado y esperado Mesías, por el cual estaba tan emocionado y asombrado que exclamó: ¡No soy digno ni siquiera de ser su esclavo ni de desatarle los cordones de los zapatos! (Lc. 3:16)

Sin embargo, a pesar de que Juan temía a Dios y confiaba en su palabra, cuando estaba en la cárcel mandó a preguntarle a Jesús lo siguiente: ¿Sos vos al que estamos esperando o tenemos que buscar a otro? (Lc. 7:18-19) Sí, leíste bien, el mismo Juan que PREDICABA, ¡ahora DUDABA! El que parecía un OSO indomable, ahora parecía un GATITO asustado.

Lo correcto NO sería preguntar: ¿POR QUÉ dudó? o ¿POR QUÉ tambaleó su confianza?

Lo correcto sería preguntar: ¿DÓNDE vaciló su fe?

Y la respuesta es: en la cárcel, detrás de las rejas, cuando las CIRCUNSTANCIAS eran adversas.

Hermanitos queridos, aunque estemos en la “cárcel” del dolor, de la preocupación, de la soledad o decepción, no limitemos nuestra confianza en Dios… ¡En todas nuestras circunstancias Él siempre está con nosotros teniendo el control!

¡Abrazo grande!

Acerca del Autor

Ricky Bisio
+ posts