«El rey preguntó “Bueno, ¿cómo te puedo ayudar? Después de orar al Dios del cielo contesté: “Si al rey le agrada, y si está contento conmigo, su servidor, envíeme a Judá para reconstruir la ciudad donde están enterrados mis antepasados…» Nehemías 2:4-5
Nehemías había escuchado indirectamente que a pesar de que algunos judíos habían regresado a su tierra después de la cautividad, la muralla de Jerusalén todavía estaba en ruinas (Nehemías 1:1-3).
Nehemías casi no podía contener su tristeza, pero como copero del rey (Nehemías 1:11), él tenía que aparecer a menudo delante del rey. El registro bíblico nos dice que Nehemías quedó “aterrado” cuando el rey le preguntó por qué se veía tan deprimido (Nehemías 2:2). El estaba aterrorizado porque era peligroso mostrarse triste cuando se estaba sirviendo al rey, pero con mucha valentía Nehemías le respondió con toda franqueza.
Para su sorpresa, el rey le preguntó: “…cómo puedo ayudar?” Hubo una pausa de un segundo y en ese instante, Nehemías nos dice: “Después de orar al Dios del cielo, conteste” (Nehemías 2:4-5). Entonces le pidió al rey algo enorme. Pidió que le diera meses de tiempo libre, cartas de salvoconducto y suministros para reconstruir la ciudad (Nehemías 2:5, 7-8). Para un esclavo, eso fue una petición bastante osada, pero el rey le conscedió lo que le pidió.
Las oraciones estilo “telegrama” (oraciones en una crisis) son apropiadas y pueden traer muy buenos resultados, pero esa no era la única forma de orar. En otras palabras, las oraciones rápidas que se hacen en una crisis no deben ser la única forma en que oramos.
Para saber cómo orar en una crisis, debemos tener el hábito de hablar con Dios, cuya gracia nos ayudará cuando en forma instintiva clamemos a él.
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