Ábranse, portones antiguos! Ábranse, puertas antiguos, y dejen que entre el Rey de gloria. Salmo 24:7

 

El Salmo 24 habla del Rey de gloria, nuestro Pastor celestial, entrando triunfante al cielo. Un día, él juzgará a los vivos y a los muertos (2 Timoteo 4:1). Cuando venga el gran Pastor, los pastores de su rebaño recibirán una corona (1Pedro 5:4) En Hebreos se nos dice que el Dios de paz, quien levantó a Jesús de entre los muertos, nos capacitará en todo lo que necesitamos para hacer su voluntad (Hebreos 13:20-21)

Aquellas de nosotras que tenemos el gran privilegio de cuidar del rebaño del Señor sabemos que él nos ayudará a hacerlo. Él es el buen Pastor, que nos ha equipado con buenos dones. No nos pide que vayamos corriendo detrás de las ovejas sin nuestra vara y nuestro cayado. Nos ayuda a espolear la conciencia de las personas para rescatarlas de la insensatez de sus malas elecciones. El Señor no solo es mi modelo, sino que es quien me da poder. ¿Qué mayor gozo que sentir en mi cabeza la corona de haber hecho algo bien mientras él me sonríe?

Nunca pensé que yo pudiera liderar. Fue solo cuando lo seguí que pude guiar a otros. A menos que aprendamos a seguir, nunca podremos aprender a guiar. Cuando comencé a aprovechar las oportunidades de asumir responsabilidades en mi iglesia, me encontré con un rebaño que necesitaba cuidado. La verdad aleccionadora es que por ese privilegio tendré que rendir cuentas ante Dios.

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J. Briscoe
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