“Samuel todavía no conocía al Señor, porque nunca antes había recibido un mensaje de él.” 1 Samuel 3:7

 

Samuel había crecido en el tabernáculo, pero eso no garantizaba una relación con Dios. Aun cuando criamos hijos que conocen a Dios, finalmente el Señor tiene que llamarlos y cada hijo debe responder.

Así que ¿cómo pueden los padres preparar el camino para este encuentro divino?

En primer lugar, podemos orar. Ana oró por su hijo aun antes de que fuera concebido. Ella oró diciendo de su hijo: ”Se lo entrego al Señor, y le pertenecerá a él toda su vida.” (1 Samuel 1:28)

En segundo lugar, podemos proveer un ambiente en el cual nuestros hijos puedan conocer a Dios. Ana puso a Samuel al cuidado de Elí para que le enseñara los caminos del Señor. Elí le dio tareas para hacer en el tabernáculo y comenzó a adiestrarlo en escuchar la voz de Dios.

¿Podemos tener la seguridad de que Dios llamará a nuestros hijos para que lo sirvan?

Creo que sí. Nosotras podemos hacer nuestra parte con fe. Podemos mantener a nuestros hijos “cerca del arca” asegurándonos de que sepan las reglas de Dios. Podemos mantener a nuestros hijos en la iglesia, al igual que Ana dedicó a Samuel para servir en el tabernáculo. Les podemos enseñar a servir y ayudar como parte del cuerpo de Cristo (1 Samuel 2:18).

Podemos orar por ellos constantemente. Nuestro deber es hacer todo lo posible, al igual que hizo Ana, para asegurarnos de que nuestros hijos crezcan “en la presencia del Señor” (1 Samuel 2:21).

Entonces tenemos que entregarlos. Después de eso, es asunto de ellos y de Dios.

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J. Briscoe
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