En cuanto Jesús escuchó la noticia, salió en una barca a un lugar alejado, para estar a solas; pero las multitudes oyeron hacia donde se dirigía y lo siguieron a pie muchas ciudades. Mateo 14:13

Aun si no tratamos de sobrecargar el bote de nuestra vida, es muy posible que todavía estemos llevando una carga grande. Las dificultades, los problemas y el estrés son parte de la vida.

 Jesús experimentó toda clase de cargas y estrés, varios de los cuales están registrados en Mateo 14. En primer lugar, recibió la noticia de que  Juan el Bautista había sido asesinado. Así se alejó a un lugar tranquilo, pero las multitudes lo siguieron. A continuación, Jesús alimentó a la multitud, persuadió a sus discípulos a que fueran en la barca antes que él, caminó sobre el agua y luego sanó a muchas personas. Bueno, ¡yo diría que eso es mucha presión en un corto tiempo!

Así que, ¿cómo manejó Jesús esas presiones? Nunca se enojó porque lo interrumpieran. Cuando se encontró con el dolor de una persona, lo que hizo fue sanarla. Cuando se encontró con la falta de fe de los discípulos, los instó a que crecieran Jesús se enfocaba en Dios, en lugar de en sí mismo. Su Padre celestial le prometió el poder para hacer todo lo que había planeado que hiciera.

La manera en que Jesús respondió a la presión de cumplir la voluntad de su Padre nos muestra que Jesús se volvió a Dios, quien era la fuente de su poder (Mateo 14:23). Jesús dijo: “Yo vivo gracias al Padre viviente que me envió” (Juan 6:57). Debemos animarnos y hacer lo mismo que Jesús: permitir que nuestras cargas diarias nos enfoquen en Dios. Esa forma de pensar ayudó a Jesús a enfocarse en otras personas y a servirlas. Las presiones de la vida nos dan la gran oportunidad de ver a Dios hacer lo que parece imposible.

Acerca del Autor

J. Briscoe
+ posts