«Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, Y hasta ahora he manifestado tus maravillas.»
Salmos 71:17
Nuestro Dios amoroso cumplió una vez más sus promesas. Él obró mucho más de lo que imaginábamos y planeábamos. Se mostró y nos enseñó quien es Él. Volvimos la mirada hacia Dios Padre. Volvimos a escuchar la Verdad. Nos enseñó sobre nuestra condición y la necesidad de su Gracia.
Decidimos volver a reconocer su autoridad en nuestros corazones para aprender a esforzarnos todos los días en la Gracia que es en Cristo Jesús.
Y nos abrazó a cada uno con especial amor conociendo nuestras luchas.
Dios en este campamento salvó vidas, consoló, confrontó, restauró relaciones, quebrantó corazones, recibió con un abrazo a los hijos que decidimos volver a casa y no paró de sorprendernos, mimarnos y cuidarnos en cada detalle.
Así que, Familia Rincón, gracias por cada oración y cada ofrenda.
Los jóvenes los amamos y necesitamos de ustedes.