Querida Florencia:
Hoy quiero hablarte de algo que seguramente muchas veces has pensado:
¿Escucha Dios realmente todas nuestras oraciones? ¿No será que a algunas de ellas no les presta atención?
Por su Palabra sabemos que ni un cabello de nuestra cabeza cae sin que Él lo sepa. Tiene el control de TODO.
Por eso debemos entrar a Su Presencia confiadamente y como dice el salmista en Salmos 5:3: “…me presentaré delante de Ti y esperaré…”.
Al Señor pedimos aquellas cosas que nosotros no podemos hacer de ninguna manera. Él es quien mueve los corazones, presenta las oportunidades. Y como tales no las podemos hacer nosotros, debemos esperar pacientemente. “Pacientemente esperé a Dios. Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor ” (Salmo 40:1). Este mismo Salmo dice en el vers. 17, «…aunque afligido yo y necesitado, Dios pensará en mí…”.
¿Te das cuenta Florencia? ¡Qué maravilloso es que un Dios tan grande se ocupó de cada uno individualmente!, porque Él tiene cuidado de nosotros (1Pedro 5:7).
Esto me hace acordar a ese himno que dice “si paz cual un río es aquí mi porción, si como las olas del mar, cualquiera mi suerte, es ya mi canción,  está bien con mi alma, está bien…”. Nadie puede poseer esta paz de estar bien aunque “el mar esté embravecido” si Cristo no está en su vida guiando.
Decía un coro que yo cantaba cuando era chica: “…era un barquito que en el mar se iba a hundir, pero a Jesús por capitán, yo recibí. No temo ahora naufragar, pues guía Él, y a la gloria por su Amor, arribaré… “. Él está guiando, ¡Él escucha! Debemos esperar pacientemente haciendo su Voluntad a pesar de que a veces “el mar está embravecido”.
¿No es esto una esperanza gloriosa que debemos disfrutar? Yo creo que sí, muchas veces por ansiosas no lo hacemos, ¡pero qué hermoso cuando descansamos en sus brazos! ¡No hay refugio más seguro!
¡Te abrazo con cariño!
Tu tía Adela

Acerca del Autor

Raquel Vázquez
Arquitecta | + posts