“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar” Mateo 11:28

Nos fuimos unos días de vacaciones a las termas de Entre Ríos y nos desconectamos de todo. Claro, no había muy buena conexión de wifi, así que apenas teníamos algo de señal para el celular. Ni los mails del estudio podía abrir, porque la aplicación era demasiado pesada para el wifi del lugar. Así que Dios nos hizo descansar. Esto sumado al agua termal de las piletas nos relajó el cuerpo y el alma.

Llegamos muy cargados con muchos temas personales, familiares, de trabajo y de iglesia, que no te das cuenta, pero te van cargando. Tal vez no sean grandísimos problemas, pero la acumulación de temas va socavando tu ánimo y tu fuerza y, finalmente, el peso de cientos de pequeños cantos rodados se hace sentir mucho más que una gran piedra. En las termas descansamos.

Esta misma idea nos ofrece Jesucristo para todos los días del año, sin importar si estamos de vacaciones o en medio de un conflicto laboral. Lo que pasa es que no lo vivimos de esa manera. A veces relegamos este texto y lo dejamos para otros, cuando en realidad esta promesa maravillosa de Cristo es para vos hoy. Y también para mí. Cristo ofrece descanso y tranquilidad para todos y cada uno, en la circunstancia que estés viviendo.

La palabra «trabajado» me hace pensar en el gimnasio, donde uno trabaja cada músculo del cuerpo para desarrollarlo por separado, levantando cada vez más peso para que crezca en tamaño y forma. «Cargado» me hace pensar en una mula a la cual su amo no considera con demasiado amor y hace llevar más peso del que tal vez puede soportar.

Ambas ideas son de sobrecarga. Jesucristo nos invita en este día a dejar nuestras cargas a sus pies y a sacarnos esta mochila de problemas para que Él la lleve en su espalda. Es tonto querer seguir llevando un peso que no podemos soportar cuando alguien nos ofrece su ayuda para cargarlo. Pero somos tan tontos que no escuchamos la oferta de Cristo y seguimos por el mismo camino, tropezando bajo el peso de lo que nos preocupa y sin descansar en la promesa maravillosa de nuestro Señor.

REFLEXIÓN – Dale tu mochila a Cristo, y descansá.

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Daniel Pérez Cliffe
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