Aunque todo duela, confiar en el Señor es la prioridad. Los acontecimientos de catástrofe global producen un duelo social ante la pérdida de todo lo que se daba por sentado; dejándonos a la intemperie. La única certeza es Dios y su voluntad.
Ahora es cuando Su poder se perfecciona en nuestra debilidad, sólo Dios basta, y cuando anclamos el corazón en ese lugar podemos levantarnos por obra del Espíritu Santo y persistir.
Cobra una gran relevancia el compromiso que tenemos como hijos de Dios, porque cuando este tiempo haya pasado, de la forma que Él lo disponga, estaremos agradecidos por cumplir sus preceptos, aún en situación de mayor debilidad humana pero confiados en la fortaleza que viene de lo alto.
En una crisis hay daños colaterales, son personas o situaciones afectadas injusta e indirectamente. Sin embargo, hay también beneficios colaterales. Pero, ¿cómo puede algo ser dañino y beneficioso a la vez?
Acá hay una paradoja. ¿Qué es? “Paradoja: dicho o hecho que parece contrario a la lógica. Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones que aparentemente envuelven contradicción.”
Ahí me detengo para que veamos los posibles beneficios ganados en este aislamiento. Por ejemplo: la seguridad de que somos iglesia (aunque no nos veamos físicamente), mayor concentración, menos distracciones, especial atención a los vínculos, cuidado de la salud, reconocimiento de sentimientos y emociones, más sencillez, gratitud, quietud, oración , también otros modos de servicio que surgen como aprendizajes nuevos, a través de la tecnología, por ejemplo.
Todas evidencias de fortalezas que tal vez no aprovechábamos completamente y descubrimos cuando el Señor nos llevó al borde, mostrando su poder y su gloria. La prioridad es confiar y perseverar en el Señor, aunque todo duela y cueste.
“Piensa, conságrate, responde al llamado!”
EL SALMO 46: DIOS ES MI AMPARO Y FORTALEZA. Inicia una trilogía de salmos que abarca los salmos 47 y 48. Son todos cánticos de triunfo.
El salmo 46 exalta la capacidad de Dios de afrontar amenazas procedentes de la naturaleza y de las naciones. Desde el comienzo no se centra en los problemas, se centra en el poder del Dios creador y sustentador de los cielos y la tierra, que se expresa
en tres aspectos:
Versículos 1 al 3: fuente de confianza y seguridad.
Versículos 4 al 7: fuente de regocijo y de contentamiento
.Versículos 8 al 11: fuente de paz y tranquilidad para su pueblo.
El salmista centrado en Dios desde el principio, no teme. El pánico solo es posible cuando nuestro concepto de Dios es eclipsado por la oscuridad de las circunstancias.
Dios es nuestro refugio, nuestro lugar seguro, nuestro amparo, el lugar donde acudimos cuando tenemos miedo, y hay mucho miedo dando vueltas. Él también es nuestra fortaleza y poder. Es la misma palabra que Jesús usa en Hechos 1:8, cuando promete darnos «poder» con la venida del Espíritu Santo, que ahora vive dentro de nosotros.
Necesitamos una seguridad y una fortaleza cercanas. Gracias a Dios, Él es nuestro Ayudador siempre presente, quien se interesa lo suficiente como para compartir sus recursos ilimitados con nosotros. Siempre está cerca; incluso más de lo que nosotros podemos estar.
Cuando todo va bien en la vida, no solemos pensar demasiado en nuestra fragilidad…Damos muchas cosas por hechas o merecidas, aún la oportunidad de estar juntos.
Entonces, las dificultades golpean y todo cambia. Las «tribulaciones» de las que habla el salmista son los «problemas» o «angustias» que enfrentamos ante una prueba extrema y terrible.
Eso es lo que nos desafía hoy: una catástrofe natural, moral, social y sanitaria, caótica y de gran magnitud. Exactamente en esta clase de situación encontramos a nuestro Ayudador que es aún más grande y no se olvida de nosotros.
Es importante considerar las palabras del salmista que son expresadas directamente de su pensamiento, en medio de la adversidad nuestra respuesta a la vida delante de DIOS
tendrá mucho que decir.
La frase del versículo 11 “Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra”, nos indica que ese es el propósito de Dios para el mundo.
En el horizonte parecen acercarse tormentas para la estabilidad y paz mundial. Muy cercanos, siguen los graves incendios en nuestras sierras; clamemos por los bomberos que están en la línea de fuego, personas que colaboran o habitantes que tal vez aún no han conocido al Señor, por nuestros familiares y hermanos y por las Casas de Retiros Espirituales donde hemos recibido bendición durante décadas y hoy están bajo amenaza del fuego. Oremos sin cesar y nos ejercitemos en la espera paciente de la intervención de Dios, en esta situación y en toda aquella que surja en este momento crucial.
¡Gracias Señor por permitirnos percibir ahora tu presencia consoladora y tu poder que nos sostiene!
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