Me susurraba al oído, sembraba semillas de dudas en mi mente y corazón, me confundía, me convencía de que todo iba a estar bien, que siga para adelante con mis deseos carnales, me pintaba todo de rosa, me acusaba y se encargaba de recordarme una y otra vez mi pasado.
Me hundió hasta lo más profundo, llenó de mentiras mi cabeza haciéndome creer que nunca iba a ser amada de verdad. Escuché a alguien decir “podes elegir cómo vivir, pero no las consecuencias”. Me hizo creer que nada me iba a pasar, pero cada vez traía más dolor y angustia a mi vida.
Pero Dios tocó mi corazón, me extendió sus brazos y me dijo: No estás sola, te amo desde siempre y hasta siempre. Yo te pensé desde antes de crear al mundo. Yo te formé, yo tejí cada parte de tu cuerpo y tu ser, te hice perfecta a mis ojos, te di un nombre y te elegí para que seas mi hija amada, la niña de mis ojos.
Te perdono porque no hay nada que puedas hacer para que yo te ame menos y no hay nada que puedas hacer para que te ame mas. Te amo así tal y como estas y quiero ayudarte, quiero aliviar tu carga, quiero darte descanso y consuelo, yo pagué el precio en la cruz por tu vida, te compre con mi sangre.
Me extendió sus cuerdas de amor para traerme de nuevo a Él y disfrutar una vida plena, con una esperanza eterna, con dificultades claro que sí, pero aliviando mi carga y mis preocupaciones, haciéndose cargo El de cada situación.
Gracias Dios, gracias Jesús por amarme tanto, por cuidarme, por darme una identidad que nadie me puede quitar, por juntar cada pedacito roto que había en mi para restaurarme por completo, por devolverme la felicidad, por completarme y darme plenitud. Eso se llama GRACIA.

Acerca del Autor

Evelyn Kazepis
+ posts