«Que nuestros hijos florezcan en su juventud como plantas bien nutridas…»
Salmos 144:12 (NTV)
La flor es una bella consecuencia. En el presente podemos disfrutar de su perfume, de sus colores y de su belleza, pero todo empezó tiempo atrás… Un pequeño brote cuidado en una tierra trabajada, con días de dedicación, rayos de luz y gotas de agua que lo iban nutriendo, haciéndolo crecer día tras día; esperando su tiempo para florecer. Hasta que llega el momento de abrirse y de mostrar todo aquello para lo que fue creada.
Qué hermosa metáfora usa el salmista en este pasaje… «Que nuestros hijos florezcan en su juventud como plantas bien nutridas» (Salmos 144:12) Es claro que con sabiduría divina era consciente de que el florecer de un hijo depende de años de dedicación, de nutrirlo, de fortalecer sus raíces con la Palabra, de llenarlo de Dios. Para luego verlo en su esplendor y belleza, para gozarse de ver al Señor, Su Señor reflejado en su vida.
Este es nuestro anhelo como maestros de la Escuela Bíblica para los niños de nuestra iglesia, cultivar esas pequeñas vidas que hoy Dios pone cerca nuestro, nutrirlas con la Palabra de Dios, regarlas de principios bíblicos, iluminarlas con la luz de Cristo. Para un día verlos florecer como cristianos bien plantados en los preciosos fundamentos de nuestra fe y como hijos de Dios firmes e inconmovibles en un mundo de clima hostil.
La tarea no es fácil, pero lo que nos da esperanza es que somos solo instrumentos en las manos de un Dios todopoderoso que lleva a cabo su Obra. «No importa quién planta o quién riega; lo importante es que Dios hace crecer la semilla.» (1 Corintios 3:7 NTV)
En estos días festejamos la etapa de la niñez, festejamos la vida de cada uno de nuestros alumnos, y rogamos al Señor que nos dé sabiduría para acercarlos a Él y para tener como maestros un corazón evangelista que busque proclamar a más y más niños la Buena Noticia, ¡soñando con ver sus vidas florecer al pasar los años para gloria de Dios!
Querida iglesia, recuerden orar por nuestros niños y maestros, por la Escuelita Bíblica. ¡El Señor los bendiga!
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