Hoy desperté pensando en lo hermoso que son las flores, desde la más silvestre hasta la más opulenta de ellas, pero hubo una que llamó más mi atención, la rosa.
Recordaba esos hermosos momentos cuando iba a la casa de mi abuela materna y antes de entrar en su casa, en el jardín que daba al ingreso, solía tener varios rosales, lo primero que hacía era acercarme a ellos, tocarlos, oler su fragancia, era algo que me producía una sensación de paz, relajamiento y serenidad.
Buscando la etimología de la palabra rosa, descubrí que tiene muchas acepciones, muchos significados, en el griego se dice que la palabra rosa puede venir del término rodia y se refiere al tallo, al sostén de la flor, justamente la isla de Rodas, en Grecia, recibió ese nombre por el cultivo de rosales.
En la lengua indoeuropea significa ¨crecer¨, ¨erguir¨, en el sanscrito ¨prosperar¨, en la lengua grecolatina ¨plegarse¨ ¨hacerse flexible¨, en el idioma germánico ¨gloria¨.
Pero muy adentro mío pensaba qué significado tiene en mí la rosa y me vinieron muchas cosas a la mente.
Pensaba en la rosa como esa flor tan hermosa con sus colores, sus aromas, sus pétalos, sus espinas…
Cómo era posible que semejante flor tan bella tuviera en su formación esas espinas, esas que muchas veces me habían lastimado las manos cuando las tocaba en la casa de mi abuela.
De pronto, me pareció ver cuán parecida es la rosa a nuestra vida, esa vida que muchas veces está rodeada por pétalos y otras por espinas, pero que ambas conforman un solo ser, una unidad indivisible que no puede una subsistir sin la otra, porque sin ellas dejaría de ser esa flor.
Entonces percibí cuán equivocada estaba, pensando que la vida era un lecho de pétalos de rosas, porque solo consideraba eso pero no las espinas. No se me ocurría pensar que la belleza de esa flor estaba dada en un marco de espinas, porque cuando uno ve la rosa como un todo, tiene que recorrer el tallo, las espinas y llegar a su bella flor con su colorido, su aroma, su delicada sensación aterciopelada.
¿Por qué nos pasa, entonces, que a veces nuestra vida se queda sumergida en las espinas, sin ver más arriba y llegar a la flor?
Si tengo que ser honesta, muchas veces he quedado inmersa en ese mar de espinas, donde no podía salir a buscar oxígeno, donde parecía ahogarme, quería salir pero solo encontraba piedras en mi camino… salir, salir, solo eso era importante, pero si todo es parte de lo mismo, ¿por qué no podía ver que al final había una flor?
Es difícil, muy difícil, creo que en más de una oportunidad vi cómo me ahogaba lentamente en ese mar y hay días en los que también me vuelve esa sensación de ahogo, pero mirando a mi alrededor hoy puedo descubrir infinidades de pétalos aterciopelados en mi vida, que siempre están y estarán.
Hoy, sé que tengo dos pequeñas rosas en el jardín del cielo, una de ellas se fue hace casi cinco años, una bella rosa aterciopelada que me dejó su aroma y su dulzura en el corazón, si bien dejó un vacío en este mismo corazón, su fragancia me acompaña cada día y es un bálsamo de amor por todo lo que aportó en mi vida.
Hoy en mi recuerdo las espinas de la enfermedad de esa bella flor quedaron en una difusa bruma, solo recuerdo el sol de su sonrisa, dulzura, alegría y amor. No me sirve de nada ver las espinas, solo el resplandor de su color y su aroma es lo que me atrapa, lo que saca los mejores recuerdos de él.
Sé que mi corazón seguirá con ese agujerito, pero al menos tuve la dicha de sentir el calor de su mirada, el sol de su sonrisa, el asombro de su rostro y la fuerza de su amor… y me preguntaba, ¿pueden entonces las espinas ocultar tanta belleza? ¡¡No, definitivamente no!! Porque al final del tallo con espinas puedo ver esa hermosa flor que irradia su luz.
Vi una frase que me gustó y decía: ¨El corazón ingrato no descubre ninguna misericordia, pero el corazón agradecido encontrará, en cada hora, algunas bendiciones celestiales.¨ (Henry Ward Beecher).
Por eso quiero seguir descubriendo esas bendiciones celestiales, porque sé que mi Señor seguirá bendiciendo mi vida, con suaves pétalos de rosas de variados colores que me acompañan todos los días de mi vida…
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