““Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” Hebreos 4:12
CORTANTE:
Cuando leemos espada nos imaginamos una espada larga de batalla, pero descubrí algo interesante. Que el original de esa palabra hace referencia más bien a una daga corta, de doble filo, más parecida al bisturí de un cirujano. Es decir que se emplea no para herir al enemigo, más bien para curar al amigo. Es un arma que Dios emplea, no para herir a mi enemigo, si no para atacarme a mí, a mi interior.
El hecho de que sea de doble filo, habla de su capacidad para penetrar y cortar, sea donde sea que se dirija, corta. Corta en todo sentido.
Esta palabra que estás leyendo ahora, a alguno el Señor la hablará de una manera y a otro de una forma completamente diferente, corta en diferentes sentidos. Te habla a vos, pero me ha hablado a mí también.
Es un bisturí dirigido de manera perfecta por Dios, para cortar en la vida de cada persona, en lo que Dios sabe que cada una está necesitando.
Nos pasó una vez de visitar a una hermana que hacía mucho que no se congregaba y ella admitió haber dejado de hacerlo porque de la plataforma se le decía justo lo que ella estaba viviendo, al punto de que se había molestado con su esposo por imaginarse que él le había contado al predicador lo que le pasaba. La palabra fue tan cortante y penetrante en su vida que se lo tomó “muy personal”. Sin duda en aquellas reuniones Dios hablaba a todos y cada uno en la congregación, no solo era para ella la Palabra. Lo que pasó es que la Palabra de Dios fue penetrante. Y siempre lo es.
En hechos 2:34, en el primer sermón cristiano que dio Pedro después de la muerte y resurrección de Jesús, se describe la reacción de la gente al escucharla: “todos se sintieron profundamente conmovidos” “compungidos de corazón”. En griego eso es “fueron apuñalados al corazón”.
¡Cuántas veces podemos sentir eso frente a la palabra! Un puñal que llega al corazón, y decimos, “esto es para mí”.
Es que la Palabra de Dios es cortante, y cada uno va a escuchar lo que necesita su corazón. Porque es guiada por el Santo Espíritu de Dios, porque es viva, y es eficaz.
DISCERNIENTE:
Juzga y manifiesta los pensamientos y las intenciones del corazón. Como un microscopio. Pone en evidencia aquello que a simple vista no se ve…
Aquí el escritor acumula términos (alma, espíritu, coyunturas, tuétanos) para intentar explicar que la Palabra llega hasta los recovecos más escondidos del ser, trayendo a la luz todas aquellas cosas que están ocultas en la vida.
Ninguna cosa puede esconderse de Dios, nada en tu vida. Sus ojos conocen tus sentimientos, emociones, y hasta las intenciones verdaderas de cada uno de tus actos.
Incluso puede suceder que nos autoengañamos y ni siquiera entendemos lo que nos pasa realmente nosotros mismos (Jeremías 17.17 «engañoso es el corazón más que todas las cosas, ¿quién lo conocerá?» ¡Dios!)
Si estamos en angustia, en dolor, con miedos internos que nadie conoce, prejuicios, autoestima baja, y pensamos… ¿Será que soñé algo, o alguna noticia me hizo mal, o estoy con menopausia? Pensará alguna mujer… ¡¡¡Dios lo sabe!!!
Él con su palabra lo discierne y sabe lo que está necesitando tu alma, en la palabra de Dios lo vas a encontrar, Él satisface todo tu ser.
Hace un tiempo me llevé un susto grande con Elías, el más pequeño de mis hijos, podría haber sucedido un accidente fatal pero el Señor nos cubrió. Cuando pasó eso se me vino a la mente rápidamente el versículo “velad y orad”. Esa noche llena de angustia y miedo, me fui a la cama sola, con la Biblia, cerré la puerta y le dije al Señor háblame, te necesito. En el devocional que me tocaba leí Mateo 26.41… ¡Velad y orad para que no entréis en tentación! Yo estaba tan sorprendida, entendí que estaba aflojando en ese aspecto y que la oración a Dios era la que me llenaría de paz, cuando oro siento que me tiro a los brazos del Señor y ahí me quedo. ¡Qué paz tan grande!
No sabía cómo sacarme esa angustia de encima, pero Él se encargó por medio de su Palabra.
Conclusión:
Hermanos. Cuántas cosas Dios sabe de vos, y tiene la solución, pero no lo podrá hacer, no podrá obrar, si no abrís tu Biblia, tan sencillo como eso.
Y hay un requisito más, Pablo lo dice en el versículo 7, “si oyeres hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”. Él quiere trabajar en tu vida, pero debemos sentarnos frente a su Palabra con un corazón blando, dócil, sincero, deseoso de escuchar su voz, y que trabaje en nosotros como le plazca hacerlo. Decile a Dios, “Padre… corta donde tengas que cortar, hurgá y renová lo que sea, pero saname Señor, obra con poder en mi vida».
¡Porque eso es lo mejor que te puede pasar en tu vida!
¡Toma el compromiso en este momento de buscar la Palabra de Dios como medicina, como alimento, como agua, con necesidad y desesperación! ¡Como la salud que necesita todo tu ser!
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