La lucha en la oración
“Que luchéis juntamente conmigo orando a Dios“ “Epafras…siempre lucha por vosotros en sus oraciones” (Romanos 15:30 – Colosenses 4:12)
Al leer estos versículos nos preguntamos: ¿Sería necesaria esta intensidad? Si valoramos la Escritura como mensaje de Dios, debemos considerar su profundo significado.
Primeramente, ¿contra quién es la lucha? Evidentemente contra el enemigo, que aborrece la oración. A veces, en su perfecta sabiduría, Dios permite que no haya una respuesta inmediata, como en caso de Daniel (Daniel 10:13). Al mismo tiempo Dios nos enseña que si hemos de tener una verdadera bendición como resultado de la oración, debemos estar preparados para la lucha en esferas celestiales contra las huestes del mal que tratarán de impedirlo, pues el enemigo teme al poder de la oración (Efesios 6: 11-18).
La oración no es meramente una serie de peticiones o simplemente algo rutinario. Es un definido acercamiento a Dios para pedir, agradecer e interceder, en el nombre del Señor Jesús lo que es de acuerdo con su voluntad (Juan 14:14 – 1°Juan 5:14-15). Y cuando es así, ¡cuán tremendo es el poder! ¿Les sorprende que Satanás le tema? ¿Que él quiera que haya creyentes muy activos, según el parecer de cada uno, pero que no tengan tiempo para orar?
Nuestro amado Salvador, en el huerto, experimentó tal conflicto, y no hay duda que la mención del apóstol al “combate” y a su “solicitud” se relaciona con sus oraciones (Lucas 22:44 – Col. 1:29; 2:1). Sí, hay poder en la oración de fe y el enemigo lo sabe.
¡Que el Señor nos ayude a utilizar más este privilegio, recordando sus promesas:
“y nada os será imposible” (Mateo 17:20)
«Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré» (Juan 14:13)