El origen de Halloween no es muy claro, pero es probable que tenga sus primeras raíces en el antiguo festival pagano celta de Samhain… Ellos creían que en la última noche del año (en su calendario el 31 de octubre), los espíritus de los muertos salían a perseguir a los vivos, por lo cual los vivos dejaban comida y vino en las puertas de sus casas para apaciguarlos y así protegerse de ellos. Si tenían que salir de la casa, usaban máscaras para engañar a los espíritus malignos.

En el siglo IX, el Papa Gregorio IV cambió la fiesta del «Día de Todos los Santos» del 13 de mayo al 1 de noviembre. Si su propósito fue incluir el festival celta de Samhain, sin duda lo logró. En la Edad Media, comúnmente, las vigilias se realizaban la noche anterior a los días de festividad de la iglesia anglocatólica, por lo que era normal que se hiciera una en la noche del Día de Todos los Santos.

Si aún hay una conexión entre las tradiciones de «dulce o travesura» que existen en la actualidad y las supersticiones de la antigua festividad pagana de Samhain, es muy débil. Sin embargo, lo que no es débil es el miedo humano a la muerte, pues es más fuerte que nunca. Los antiguos celtas buscaban esconderse de los muertos el 31 de octubre al usar máscaras y los occidentales modernos y progresistas de hoy se esconden de ella al usar el entretenimiento, todo el tiempo.

A las personas siempre les ha aterrado la muerte, y por una buena razón, puesto que es el precio de nuestro pecado impuro demandado por un Dios santo (Ro 3:23). Y aunque por nuestra propia insensatez pecaminosa (Ro 1:21) y ceguera satánica (1Co 4:4) fallamos en ver y en honrar a Dios, nosotros, humanos caídos, tenemos una consciencia programada y tememos a lo numinoso. Sabemos instintivamente que existen realidades espirituales y tenemos un miedo fatal a lo oscuro y a lo malvado.

En realidad, esto hace de Halloween un momento maravilloso para la misión que los cristianos debemos aprovechar. Todas las raíces históricas de Halloween, paganas y religiosas, son recordatorios de que los pecadores necesitamos la salvación de la condenación y la vida eterna que Cristo ofrece. ¡Él es la luz que brilla en esta oscuridad en la que vivimos y las tinieblas no han podido extinguirla (Jn 1:4-5)! ¿Qué esfuerzo para escapar de la muerte y la maldad espiritual puede comprarse con el Evangelio que declara que Cristo vino «para anular mediante la muerte el poder de aquel que tenía el poder de la muerte, es decir, el diablo, y librar a los que por el temor a la muerte, estaban sujetos a esclavitud durante toda la vida» (Heb 2:14-15)?

DESPUÉS DE LA OSCURIDAD, LA LUZ

De hecho, creo que transformar Halloween de un recordatorio de la oscuridad de la muerte a una celebración de la luz del Evangelio es exactamente la razón por la que Dios escogió el 31 de octubre (del año 1517) como el día en el que el martillo de Martín Lutero desencadenara la renovación del Evangelio y su proclamación global que se conoció como la Reforma.

En los siglos anteriores, Satanás había estado obstruyendo lentamente el Evangelio, y por lo tanto a la iglesia, con el tóxico humo de la falsa enseñanza. No obstante, con el golpe del martillo de Lutero se lanzó un viento poderoso del Espíritu Santo que comenzó a limpiar el aire espiritual. La iglesia no solo volvió a respirar el oxígeno del Evangelio, sino que también se multiplicó y se expandió por el mundo, lo que continúa sucediendo a una velocidad sin precedentes en la actualidad.

Este día es ahora también un día de celebración, puesto que, más allá de Halloween, es el Día de la Reforma. Es un día de profundo agradecimiento para los cristianos, como dice Hebreos 13:7: un día para recordar a nuestros guías, que nos hablaron la palabra de Dios, y para que considerando el resultado de su conducta, imitemos su fe.

El 31 de octubre no es solo un día para recolectar dulces en la noche disfrazados para que los niños se diviertan; es un día para que nosotros les compartamos el dulce Evangelio de la Luz del mundo y los ayudemos a recordar que la razón por la que nosotros ahora conocemos el Evangelio se debe a que nuestros antepasados del Evangelio permanecieron valientes en la verdad bíblica.

Los reformadores adoptaron como su consigna la frase en latín post tenebras lux (después de la oscuridad, la luz). Es una consigna perfecta para el Día de la Reforma/Halloween, puesto que «El pueblo que andaba en tinieblas ha visto gran luz…» (Is 9:2), «la luz del mundo» (Jn 9:5), y quien la siga «no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la vida» (Jn 8:18). Aquellos que se refugian en Jesús ya no deben temer a la muerte o a los demonios.

No hay nada más dulce que nosotros podamos darles a nuestros hijos y a nuestros vecinos el 31 de  octubre que esta noticia.

 

Jon Bloom © 2014 Desiring God Foundation. Publicado originalmente en esta dirección.  — Usado con permiso.| Traducción: María José Ojeda

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