Consideremos  a Jocabed, mujer, esposa, madre. Una familia que formaba parte de un pueblo que vivía como esclavo. La historia de este pueblo es muy interesante. Pueblo que se formó de un hombre llamado por Dios de un lugar muy distante de allí y le prometió una tierra y una nación muy grande. Este hombre elegido por Dios, Abram, vivía en Ur, en lo que es hoy Irak, a orillas del río Éufrates. Abraham, como después le llamó Dios, siendo llamado obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia, y salió sin saber adónde iba. (Heb. 11:8). El versículo 9 de este capítulo nos dice que habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma  promesa. Versículo 10: Porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

Esta promesa de Dios a Abraham, se la confirmó a Isaac (Gén. 26:24-25); y a Jacob (Gén. 35:10-12).

El libro de Éxodo comienza de esta manera: “Estos son los nombres de los hijos de Israel (Jacob), que entraron en Egipto, cada uno entró con su familia. Todos los que lo nacieron a Jacob fueron 70.

Pero los hijos fructificaron y se multiplicaron y fueron aumentados y fortalecidos en extremo y se llenó de ellos la tierra. Acá vemos cómo Dios cumplió su promesa en la cantidad que llegaron a ser. Pero el pueblo aún no estaba en la tierra que Dios le había prometido a Abraham, a Isaac y a Jacob.

También Dios le había anticipado a Abraham que iban a estar en tierra ajena Gén. 15:13-14.

El pueblo creció en número pero cambiaron las condiciones. Se estaba cumpliendo el tiempo que Dios determinó. Las personas que temían a Dios no lo habían olvidado. El temor no era miedo sino respeto y confianza plena en lo que Él les había prometido.

En este contexto es que se nos presenta en Éxodo 2 a la familia de Amran, Jocabed, Aaron, María y un hijo que estaba por nacer.

Circunstancias muy, muy difíciles: opresión, angustia, duro trabajo. Éx. 1:13-14. Tal era el escenario en el cual vivían.

Ahora, dejemos la historia y pensemos en Jocabed. Quisiera destacar entre otras, dos actitudes que quedaron demostradas:

  1. a) Una plena identidad y pertenencia a su pueblo y
  2. b) Una total confianza y seguridad en el Dios de su pueblo.

Una plena identidad y pertenencia a su pueblo. ¿Cómo se revela esto en la vida de esta mujer? Creo que una evidencia es que permaneció compartiendo las penurias y dificultades junto a su esposo e hijos. No claudicó en arriesgarse en cuidar a su hijo nacido por tres meses, desafiando la ordenanza del rey. En todo tiempo trasmitió a sus hijos quiénes eran, de dónde venían y cómo se proyectaba el pueblo según Dios se los había revelado a sus primeros padres. Ellos recibieron este legado y con firmeza lo atesoraron y lo esperaban.

Si lo trasladamos a nuestro tiempo. Pensemos. Si hemos recibido a Cristo en nuestros corazones, arrepintiéndonos de nuestros pecados, dice la Escritura, somos salvos y hemos sido insertados en el pueblo de Dios. ¿Cuál es? Sí, la Iglesia que Él compró a precio de sangre.

Ahora la pregunta: Mamá, ¿tus hijos observan en vos que realmente eres parte viviente del cuerpo de Cristo, la Iglesia? ¿Te identificas plenamente o sólo eres espectadora? Tus hijos pueden decir que amás, pertenecés y te identificás con el pueblo del Señor? Rom. 12:5, podemos leer: “somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros”.

Dispone unos minutos y pregúntate: ¿Mis hijos podrán decir que su mamá estaría dispuesta a identificarse con el pueblo de Dios como lo hizo Jocabed? Su hijo Moisés lo confirmó porque aunque estuvo poco tiempo con su familia, siempre tuvo presente a qué pueblo pertenecía

Una total confianza y seguridad en el Dios Todopoderoso  

¿Cómo se pone en evidencia? Heb. 11:23 Dios mismo se encarga de revelarnos por inspiración del Espíritu Santo  muchos siglos después.

Heb. 11:1 nos define qué es la fe: la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

La fe bíblica verdadera no es una clase emocional de anhelos ensoñadores; es una convicción interna basada en la Palabra de Dios (Rom. 10:17).

Oswal Sanders, hombre de fe y vocación misionera, escribe en uno de sus libros: “la fe capacita al alma creyente a enfrentar el futuro como presente  y lo invisible como visto”.

Jocabed conocía, creía en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Sabía que el plan de Dios se iba a cumplir. Dios iba a sacar con mano fuerte a su pueblo de la esclavitud. Estuvo dispuesta a que Dios la utilizara como instrumento útil  y preparado para la obra. Enfrentó al enemigo, arriesgó su vida y la de su hijo pero no dejó no sacó su mirada de su Dios.

Mamá: ¿cómo enfrentas  las circunstancias difíciles de la vida? ¿Tienes fe es las promesas del Señor? ¿Las conoces? ¿Te apoyás en ellas?

Recuerda, no es cuestión de emoción sino de convicción. La certeza es seguridad, es estar seguro esperando algo…

Jocabed esperó con ansias, puso si esperanza en lo que Dios obraría (Mat. 6:21, 1°Tim. 6:17).

¿Cómo te evalúas en esta área? Evidencias confianza, seguridad, te apoyás en la Palabra de Dios, en sus promesas, demostrás convicción que el Señor va a obrar?

Espero que estas dos actitudes que compartí, sean de reflexión, de una autoevaluación.

Recuerda que sin hablar, tu vida le está enseñando a tus hijos a través de ti.

Que el Señor aplique estas verdades en nuestras vidas. Amén

Acerca del Autor

Adela R.
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