“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29)

La Semana Santa es la festividad religiosa por excelencia, con características únicas que la distinguen del resto de los feriados religiosos, incluso Navidad.

No hay certeza alguna de que el Señor haya nacido en un 25 de diciembre, y los estudiosos del tema aseguran que no pudo haber ocurrido en esa fecha, aunque convencionalmente quedó instituido el día veinticinco del mes doce del año.

Pero no sucede así con Semana Santa, ya que ciertamente la pasión, muerte y resurrección del Señor ocurrió en una fecha equivalente. El domingo de Pascua se produce en el domingo posterior a la primera luna llena después del equinoccio de marzo (inicio del otoño para nuestro hemisferio), por eso en Semana Santa siempre contamos con luna llena.

La “Primera Semana Santa” comenzó el domingo anterior a la resurrección, es lo que tradicionalmente se conoce como el “Domingo de Ramos”, que corresponde a la entrada triunfal del Señor a la ciudad de Jerusalén, montado sobre un pequeño asno prestado. El pueblo le aclamaba: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!” (Juan 12:13)

Era el Cordero de Dios que estaba siendo aprobado por el pueblo y cumpliendo con lo que los judíos debían hacer con el cordero seleccionado para el sacrificio pascual, en total concordancia con el ritual religioso de los judíos.

Una semana antes de la celebración de la pascua, el padre de cada familia debía apartar y reservar un cordero en perfecto estado de salud, sin mancha, sin defecto, el cual se dedicaría al sacrificio de tan importante celebración. Así fueron las instrucciones que Dios le dio a Moisés para celebrar la primera pascua. Ese cordero era comido asado, acompañado con hierbas amargas y debía  consumirse todo; si algo sobraba, debía ser quemado totalmente.

Si comparamos el cordero que debía sacrificarse esa primera pascua celebrada en territorio de Egipto con la persona y el sacrificio vicario de Cristo, vamos a encontrar muchos muchos puntos coincidentes, ya que aquel cordero era imagen del que iba a venir.

1.- El Cordero de Dios revela el juicio de Dios: Luego de 9 plagas que Dios mandó al pueblo de Egipto para que dejara marchar a Israel, en la décima plaga Dios hirió en juicio a todos los primogénitos de la nación. El juicio tiene por origen el pecado de Egipto por el duro corazón de Faraón que no escuchó a Moisés. “Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.” (Éxodo 5:2) Así es el hombre natural sin Dios. No le conoce, no le importa nada, lo ignora y su soberbia le lleva a tener en poco la gravedad del pecado y sus consecuencias. La pascua revela la ira de Dios sobre el pecado, y la muerte sacrificial del Cordero de Dios muestra el carácter glorioso de Dios como redentor misericordioso.

2.- El Cordero de Dios es un sacrificio sustitutivo: El cordero moría en lugar del primogénito en Israel. Es una clara figura de Cristo ocupando el lugar del pecador. La diferencia entre hebreos y egipcios no consistía en su nacionalidad sino en la marca sobre los dinteles de las puertas de las casas pintadas con la sangre de los corderos sacrificados. Esa noche en Egipto, en todas las casas hubo una muerte. O bien murió un cordero, o murió el hijo primero de la familia que no tenía la señal del sacrificio en su puerta, independientemente que fuese hebreo o egipcio. Los hebreos también eran pecadores, pero esa sangre los protegía. Era señal que allí se había ofrecido un sacrificio.

Los creyentes no somos mejores que los demás. Somos pecadores perdonados. Lo que nos distingue es que hemos recibido el perdón que otros rechazan. La sustitución implica asimismo que la redención es costosa para Dios, es a precio de sangre.

3.- La sangre del Cordero de Dios protege al su pueblo: La esencia de la pascua está en la palabra de Dios: “veré la sangre y pasaré de largo” (Éxodo 12:13). Pascua (en hebreo “pesag”) significa pasar por alto, pasar de largo. Los que estamos en Cristo, cubiertos por el sacrificio de su sangre, no tenemos condenación. “…ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…”  (Romanos 8:1)

4.- La muerte del Cordero de Dios nos da libertad: La muerte de los primogénitos en Egipto constituyó la décima y última plaga. Faraón fue humillado y al fin permitió salir al pueblo de Dios a la libertad tan esperada. La pascua celebra ese acontecimiento. “Y cuando mañana te pregunte tu hijo, diciendo: ¿qué es esto?, le dirás: Jehová nos sacó con mano fuerte de Egipto, de casa de servidumbre.” (Éxodo 13:14) La sangre del Cordero de Dios es la liberación del yugo de Satanás y del pecado. (Juan 8:36)

5.- El Cordero de Dios nos da una nueva relación con Dios:

La Pascua es la festividad más importante y la primera dentro del calendario judío. La nación de Israel fue establecida mediante un acto redentor de Dios. “Este mes os será principio de los meses; para vosotros será este el primero en los meses del año.” (Éxodo 12:2)

En Egipto estaban transcurriendo el séptimo mes del año, pero Dios lo transformó en el primero para la nueva nación. Todo comenzó de nuevo. Ahora tenían una nueva relación con Dios. Los israelitas no salieron de Egipto como esclavos, sino como pueblo de Dios.

Lo mismo con el creyente. Antes de conocer a Cristo, gastó su tiempo en la esclavitud del pecado. Lo que vale es el tiempo a partir de nuestra redención, en una nueva relación con Dios. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” (2° Corintios 5:17)

No hay posibilidad alguna de tener una nueva relación con Dios, sino a través de Cristo por su muerte y resurrección. La nueva vida es solo por Cristo “…es necesario nacer de nuevo.” (Juan 3:7)

El sacrificio del Cordero de Dios es el acto único que nos une en santidad a la misma presencia de Dios. “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.” (Efesios 2:13)

“…Nuestra pascua es Cristo…” (1° Corintios 5:7)

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Ernesto Gutierrez
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