No puedo olvidar  la conmovedora oración de nuestro Salvador a su Padre en el huerto de Getsemaní mientras sus discípulos dormían en su guardia.

Parecía una simple frase hacia los más cercanos a Él… «Es tal la angustia que me invade, que me siento morir —les dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo.» (Mateo 26:38 NVI)

Manténganse despiertos… conmigo.

Imagínate pedirle esto mismo a tus seres más cercanos, ¡y que se queden dormidos!

Mientras dormían, Jesús se sintió abrumado por el dolor hasta el punto de la muerte.

Mientras dormían, Jesús estaba solo, con el rostro pegado al suelo mientras clamaba a su Padre.

Mientras dormían, su angustia y dolor eran tan profundos que su sudor era como gotas de sangre que caían al suelo.

Mientras dormían, se acercó a ellos tres veces, esperando encontrarlos vigilando con Él.

Mientras dormían, «…se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo…» (Lucas 22:43 NVI).

¿Fue enviado el ángel porque los más cercanos a Él estaban durmiendo durante su guardia?

Imagínate si, en vez de encontrarlos durmiendo, los hubiera encontrado con el rostro en el suelo, clamando a Su Padre Dios… por Él.

Imagínate si, en lugar de dormir, se hubieran quedado cerca de Él, limpiando la sangre de su frente y escuchándolo orar: «…Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.» (Mateo 26:39 NVI)

Imagínate si hubieran orado por Él como el grupo de hermanos que Él necesitaba esa noche.

En lugar de eso, la tercera vez que Jesús regresó a ellos, les dijo: «¿Siguen durmiendo y descansando? Miren, se acerca la hora, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!» (Mateo 26:45-46 NVI).

Y mientras hablaba… Judas llegó con una multitud y un beso.

Hermana querida, haz guardia esta Pascua…

Aunque critiqué el hecho de que los discípulos se durmieron durante su guardia, en el fondo lo sabía, yo también me habría quedado dormida esa noche durante la misma guardia.

Queridas hermanas, comprometámonos a vigilar estos días previos a la Pascua. Vigilemos nuestros propios corazones mientras nos vemos atrapadas en la temporada de muchas ocupaciones del ministerio y de reuniones familiares. Velemos caminando con Jesús a través de la Palabra. Meditemos en las historias de su última semana antes de que muriera y resucitara por nosotras. (Aviva Nuestros Corazones ofrece una Guía de preparación para la Pascua de 7 días para meditar en el juicio de Jesús, sus últimas siete palabras en la cruz y su resurrección).

Vigilemos juntas en oración por las muchas almas que pasarán por las puertas de nuestras iglesias el fin de semana de Pascua. Pidámosle al Señor que nos dé Sus ojos y Su Corazón para agradarle.

Sigamos velando, aún después del domingo de Pascua, obedeciendo la Gran Comisión de nuestro Salvador, que nos fue dada antes de que ascendiera al cielo y se sentara a la diestra del trono de Dios en triunfo.

¡Oh, qué privilegio es servir a nuestro Rey de reyes resucitado hasta que Él regrese!

¡Que esta Pascua esté llena de nuevo asombro y admiración mientras le servimos y adoramos juntas!

Estracto de Conexión diaria, Aviva Nuestros Corazones

Acerca del Autor

Judi Dunagan
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