Juan Enrique Chassaing era hijo de padre francés y madre porteña. Murió en 1864 con tan solo 25 años como consecuencia de una repentina enfermedad.
Se destacó en varias disciplinas: fue militar del ejército unitario bajo el mando de Bartolomé Mitre participando en las batallas de Cepeda y Pavón, enfrentando a la Confederación Argentina. También fue periodista, fundador del diario El Pueblo, político (diputado por Buenos Aires), poeta, escritor y abogado.
¿Y a qué viene que mencionamos a Chassaing justamente en esta fecha?
Porque cada 20 de junio se celebra el Día de la Bandera, aunque en realidad lo que se recuerda es la muerte de su creador, el General Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, más conocido como don Manuel Belgrano, quien creó nuestra enseña patria el 27 de febrero de 1812 en la ciudad de Rosario en las márgenes del río Paraná. Pero en este día también cantamos y escuchamos la canción “Marcha a mi Bandera”, letra que escribió Chassaing cuando tenía unos veinte años. El italiano Juan Imbrosi le puso música, que es la que cantamos desde nuestra época de escuela primaria:
“Aquí está la bandera idolatrada,
la enseña que Belgrano nos legó.
Cuando triste la Patria esclavizada
con valor sus vínculos rompió.
Aquí está la bandera esplendorosa
que al mundo con sus triunfos admiró.
Cuando altiva en la lucha y victoriosa
la cima de los Andes escaló.
Aquí está la bandera que un día
en la batalla tremoló triunfal,
y llena de orgullo y bizarría
a San Lorenzo se dirigió inmortal.
Aquí está como el cielo refulgente
ostentando sublime majestad.
Después de haber cruzado el continente
exclamando a su paso: ¡Libertad!
¡Libertad! ¡Libertad!”
Es la canción patria que realza nuestro pabellón con el calificativo de “Bandera idolatrada.” Todo el contenido literario es una exaltación a la «enseña que Belgrano nos legó».
Especialmente en los eventos deportivos, la cromática de nuestra bandera es utilizada en paños y prendas de vestir resaltando esa idolatría hacia la celeste y blanca.
Se viste, se aprieta, se revolea, se besa, se comparte, se grita, se defiende, se agita, se sufre… efectivamente, es “idolatrada”.
A decir verdad, esto no solamente ocurre con los colores argentinos, también con los que identifican a otros equipos deportivos. Sus fanáticos veneran y sufren por sus colores favoritos.
¿Qué es un ídolo? Es una imagen, una persona, o una cosa objeto de culto admirado con exaltación, pero para Dios es cualquier cosa que suplante la preeminencia y reconocimiento que le pertenece. Es tema de escala de valores y prioridades que damos a nuestra vida.
El que idolatra a alguien o a algo, termina pareciéndose a ese ídolo. Por eso vemos personas que adoptan un determinado comportamiento reflejado en su vestimenta, corte de cabello, costumbres, modales, vocabulario, etc. Todo lo más parecido posible a su ídolo.
El creyente que adora en verdad a Dios quiere parecerse a Él reflejando su santidad y mostrando el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23).
Dios se describe a sí mismo como un Dios celoso que no comparte con nada ni con nadie su gloria y señorío (Éxodo 20:5).
El fervor que tenemos y demostramos en actividades cotidianas, festivas o deportivas, muchas veces superan con creces a la que deberíamos tener hacia nuestro Señor. Él merece ocupar el primer lugar en nuestras vidas, todo lo demás es secundario (Mateo 6:33).
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