El mes de Septiembre es conocido como el mes de la Biblia, además, hay otras fechas importantes que se conmemoran, como el día del maestro y el estudiante entre otras.

Uniendo estos tres acontecimientos del mes pensé en la siguiente reflexión:

La Biblia, la Palabra de Dios, es nuestro manual por excelencia. A través de ella aprendemos todo lo que necesitamos para vivir esta vida con sabiduría como también para estar preparadas para la eternidad. A través de ella conocemos a Dios y lo que Él quiere para nosotras, las mujeres e hijas de Dios.

Encontré que Él quiere que seamos tanto maestras como aprendices.

En la carta de Pablo a Tito, en el capítulo 2 versículos 3 al 5 dice:

“A las ancianas, enséñales que sean reverentes en su conducta, y no calumniadoras ni adictas al mucho vino. Deben enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos, a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar, bondadosas y sumisas a sus esposos, para que no se hable mal de la palabra de Dios”.

En este pasaje vemos un llamado especial para la mujer de cualquier edad y en cualquier etapa de su vida: un mandato a aprender y a enseñar. Por un lado, las “ancianas”, o sea, las mujeres maduras, con experiencia de vida y mayores en edad, tienen que aprender lo que Pablo le está diciendo a Tito que enseñe para luego instruir a las más jóvenes. Como dice la escritora y oradora Nancy Lee DeMoss, “Necesitan que las ancianas de la iglesia les enseñen a vivir con prudencia y sabiduría en cada área de la vida y a cumplir su deber con Dios, la familia y sus semejantes. Necesitan madres en la fe que las tomen de la mano, las animen, las instruyan y les ayuden a poner sus ojos en Cristo y mantener un equilibrio espiritual y emocional.”

Tenemos una doble tarea:

– Vos y yo somos una mujer mayor para alguien a quien podemos enseñar. Piensa: ¿Qué mujer más joven conoces? ¿De qué manera puedes acercarte a ella, ponerte a su lado y acompañarla en esta etapa de su vida? Ya sea con sus emociones en la adolescencia, en medio de un noviazgo, empezando una familia con un bebé pequeño, o con un esposo poco comprensivo. Sin duda el Señor te ayudará a encontrar esta otra hermana con la cual puedas cumplir el mandato de Tito 2.

– Vos y yo somos más joven que otra mujer de quien podemos aprender.  ¿Qué hermana trae a tu mente el Señor para que aprendas de ella? Hacele saber que querés aprender cómo ella transitó, resolvió, lidió y/o enfrentó determinada etapa en su vida.

Dios es sabio. Si manda a las “ancianas” a enseñar es porque sabe que las más jóvenes necesitan aprender.

De esta forma adornamos el evangelio de Cristo: aprendiendo de Dios y su Palabra y aprendiendo también de las hijas de Dios que tenemos a nuestro alrededor.

¡Feliz día del estudiante querida mujer!

(Te sugiero que leas “Maternidad espiritual” de Susan Hunt, disponible en la Biblioteca de la Iglesia)

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Edelweiss Schraff
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