Innumerables son las cosas que hacen suspirar al ser humano. Cada día de nuestras vidas, suspiramos unas 290 veces; seamos conscientes de ello, o no.
El suspiro es “multicausal” (muchas causas). Suspiramos por cansancio, enojo, bronca o resignación.
Suspiramos cuando estamos muy felices, o cuando estamos muy tristes.
Lo hacemos cuando nos sentimos aliviados, pero también suspiramos cuando estamos doloridos.
¡Encontrar un Amor nos hace suspirar! ¿Y perderlo…? Tanto, o más.
La ciencia moderna destaca que el suspiro es un mecanismo fisiológico indispensable para la respiración y, por ende, para la vida.
Dios es el inventor del suspiro. Además, Él PERMITE y CONTROLA las cosas que nos hacen suspirar.
En el Salmo 38.9, David dice:
“Señor, delante de ti están todos mis deseos, Y mi suspiro no te es oculto.”
2018 a la puerta. Será un año con actividades, luchas, conquistas, victorias, tropiezos, pruebas y suspiros.
El Señor nos halle a cada uno, y como iglesia, fieles, constantes y suspirando por su obra:
En Primer lugar, con un “Suspiro de Esfuerzo”. El Servicio a Dios requiere un sacrificio incondicional. Nuestra Iglesia precisa el esfuerzo mancomunado de cada uno de sus miembros para marchar y seguir creciendo. Esto implica, necesariamente, dejar de lado la comodidad, la apatía y las diferencias personales, para “ser de un mismo sentir” (1° Ped 3.8), arremangarnos todos juntos, y poner manos a la obra.
Hay un precio a pagar. Hay un desgaste. Hay un esfuerzo. Pero recuerda: SÓLO LOS VIVOS SUSPIRAN.
En Segundo lugar, un “Suspiro de Confianza”. ¿Que nos deparará este 2018? ¿Alegrías o Tristezas? ¿Carcajadas o lágrimas? ¿Siembra o cosecha? ¿Salud o Enfermedad?
No sabemos. Pero sí tenemos certeza plena que Dios está al control. Dios entiende nuestros suspiros, porque Cristo fue hombre y suspiró. Ésta es nuestra confianza.
Dr. ANDRES ZEITUNLIAN