“…Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” (Santiago 1:5).

 

En griego, sabiduría es aquel hermoso nombre de mujer SOPHÍA, ¿quién no la necesita? Son muchas las veces que no sabemos qué hacer, qué decidir o cómo salir.

Usted no puede procurar sabiduría con meditación trascendental, no puede imaginarla. Tampoco la encontrará en un lama del Tibet o en un brahmán hindú. La verdadera sabiduría (SOPHÍA) nunca ha estado ni está ahora en Sai Baba, o en los Hare Krishna.

La sabiduría auténtica es de Dios, Salomón al hablarnos de sabiduría nos habló de Dios.
Dios es SOPHÍA así como es amor. No se trata de una SOPHÍA conceptual. Es la sabiduría de Dios Persona. Él es la fuente inagotable de la sabiduría. Él la derramó en Su Palabra, la Biblia.

La Biblia es la Sabia Palabra de Dios. “Eso no es una novedad”, dirá alguien. Pero lo que parece estar muy trillado, no lo está tanto. Nos hace falta volver a considerar, para estos tiempos corrientes, la absoluta sabiduría de Dios esparcida por todo lugar en las Sagradas Escrituras.

Clemente de Alejandría, entre muchos otros, definió la sabiduría. Dijo que: SOPHÍA es el conocimiento de las cosas, tanto humanas como divinas, y de sus causas. El conocimiento perfecto de todas las cosas pertenece a Dios.

El uso perfecto de ese conocimiento pertenece a Dios. La Biblia es la revelación de Dios. Allí Dios nos declara lo que necesitamos saber.

Si alguno tiene falta de sabiduría y lo advierte, está en un buen comienzo. ¿Es debilidad reconocer la falta de discernimiento?… NO, por el contrario, es el diagnóstico necesario para un tratamiento fortificante. Sepa algo: al final del túnel de oscuridad hay bendición enriquecedora. Sea sabio. Créalo.
Nada ocurre fortuitamente. Sepa algo más: en todo lo que Dios permite hay un inteligente y provechoso propósito.

Santiago recomendó: Si alguno tiene falta de sabiduría, pídala a Dios. Es claro y sencillo. Como para no quedarse sin hacer nada, ni equivocar la dirección al hacer algo.

Pídala a Dios. Pídala, no se quede corto. A DIOS , no llame a otra puerta. Pida sabiduría a Él. Ore y ore. Pida en oración porque “…todo aquel que pide, recibe y el que busca halla, y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:8).

fuente: «Gimnasia para el Alma»

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Juan García
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