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La vida tiene constantes altibajos; somos hombres falibles. Nuestras emociones nos juegan en contra muchas veces. Las relaciones interpersonales resultan en una fricción que nos confronta con quién somos en realidad.
Pese a esa dificultad diaria a la que todos nos enfrentamos, se le agrega el llamado de Dios a crecer, ser mejores hijos e imitar a Cristo. Es el desafío de alcanzar un próximo nivel en nuestra relación profunda con él. La palabra nos muestra una fórmula que no fracasa. Te invito a descubrirla. ¡El Padre ansía hacer algo grande con vos hoy!